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El cerco diplomático internacional mantiene su total vigencia para lograr el retorno de la democracia en Venezuela y el fin del régimen ilegítimo, arbitrario y criminal de Maduro. El silencio cómplice nunca puede ser una opción.
La presión diplomática internacional es irreversible, y la pretensión de Maduro de controlar al poder legislativo ha fortalecido aún más la voz y la acción de la comunidad internacional contra la dictadura. Más de 60 países rechazamos las elecciones sin garantías del 6 de diciembre (de 2020) y sus resultados.
Con 13 países del Grupo de Lima coincidimos en el reconocimiento de la Asamblea legítima elegida en 2015 con su Comisión Delegada presidida por Juan Guaidó y seguiremos apoyándolos en su liderazgo por el regreso de la democracia.
El cerco diplomático ha permitido denunciar mundialmente los abusos de la dictadura. Los organismos internacionales deben centrar su mirada en las violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad que se vienen identificando. No vamos a bajar la guardia y seguiremos reforzando esa presión externa para acompañar a los venezolanos en su anhelo de elecciones presidenciales libres, justas y transparentes, y en su lucha por la democracia, la justicia y la dignidad