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Ya hay recomendaciones de la OIT, como aquella de 1962, que sugiere ir bajando progresivamente la jornada de trabajo a 42, 40 horas, sin afectar los derechos de los trabajadores. América Latina tiene una jornada promedio de 45 horas (semanales). En la OCDE aparece con una jornada excesivamente larga, con el peor país en disponibilidad de tiempo para la familia, el deporte.
Los países que han rebajado la jornada laboral han aumentado la productividad. Las empresas que han reducido la jornada no han reducido el empleo y han aumentado la productividad. Uno se pregunta qué es primero, si bajar la jornada, o esperar que se aumente la productividad para reducir la jornada. La experiencia histórica indica que debe ser primero la rebaja de la jornada.
Esta reforma no se puede ver aisladamente. Por ejemplo, el empleo de los jóvenes no depende de estas jornadas, depende de la educación pertinente, de bachillerato técnico, académico, de inducción al estudio del lenguaje de los computadores, de universidades pertinentes, de fondos de emprendimiento, etc.
El momento no es fácil, pero por eso aquí hay una gradualidad para que se aplique esta norma. No creo que la economía colombiana vaya a demorar tantos años para recuperarse. Con esta ley se creará un ambiente laboral más fraterno en Colombia