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La vacuna aprobada en el Reino Unido y las que se aprueben en los próximos días son medicamentos que están en fase tres. Es decir, no han completado las cuatro fases, son vacunas avanzadas, pero por la emergencia hay que aplicarlas y no dejan de ser un riesgo. Debe montarse un mecanismo de seguimiento de posibles efectos adversos secundarios, porque una vacuna es un medicamento.
Estamos pidiéndole al Gobierno que trabaje con la academia, las instituciones científicas y gremios. En este tema debe haber una gobernanza con otros actores y la ciudadanía. Nos preocupa que no se monte un sistema de seguimiento estricto de reacciones adversas o efectos secundarios. Esto no puede ser solo asunto del Invima y el Instituto Nacional de Salud.
La vacuna debe ser obligatoria en el sentido de aumentar la educación y la sensibilización de la ciudadanía para que se vacune, no que sea un acto de fuerza. Preocupa que en las encuestas entre el 20 y el 30 % de las personas diga que no se vacunará por miedo. Hay que lograr inmunidad de rebaño. Si la dejan libre la gente no se vacuna pensando que esto ya pasó. La desinformación es alta y fuera de eso la están dejando opcional. La vacuna sirve, hay que hacerle seguimiento, pero hay que vacunarse.
