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La mermelada que conocemos es participación política, es entregar cuotas burocráticas a partidos distintos al de gobierno para garantizar gobernabilidad y apoyo a proyectos de ley en el Congreso. En Colombia gobernabilidad, participación política y mermelada se han vuelto sinónimos. Es obvio que uno gobierna con quienes están de acuerdo con su programa, pero en el primer período legislativo fue evidente que hubo discrepancias en asuntos centrales defendidos por el Gobierno, con estos partidos que ahora entran al gabinete. Como ellos piensan que “la política es dinámica”, seguro van a cambiar su pensamiento sobre varios de esos temas a los que se habían opuesto férreamente. Este es un panorama muy aterrador para la gente, porque todas las reformas que el Gobierno está proponiendo van contra los intereses de la mayoría. Y en esa línea van los nuevos ministros. El de Salud viene del Gobierno Santos, es un defensor a ultranza de la intermediación financiera en salud, el esquema que tiene en profunda crisis el sistema. En Trabajo llegan personajes folclóricos como la ministra saliente, o como el que acaban de nombrar, politiquero que va a defender en el Congreso las políticas más feas del Gobierno, como la pensional -que es desastrosa- y la laboral.