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Los grandes actos de corrupción de Odebrecht deben servir para movilizar a toda la nación en contra de un problema que, además, hace inviable toda atención a las otras lacras del país, también muy graves. Colombia padece hoy, en sus relaciones públicas y privadas y nacionales y extranjeras, la vergonzosa condición de ser uno de los países más corruptos del mundo.
La lucha contra la corrupción exige desarrollarla en dos sentidos: en la parte legal, fiscales, jueces, cárceles, como es obvio. Pero también señalando con nombre propio las responsabilidades políticas de las personas y los partidos involucrados, para que la opinión pública sepa a qué atenerse. Es muy negativo para la lucha contra la corrupción y el delito que los colombianos ignoren...
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