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“Ya no hay impunidad en el país. El que resulte responsable, sea quien sea, va a ser castigado. Eso que quede claro. (...) Ahora el representante del Estado mexicano, comandante supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la República, el que les habla, no va a permitir ninguna injusticia, no va a permitir ningún acto autoritario. (...)
No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas.
Yo encabezo un gobierno civilista, no es una dictadura militar o un gobierno civil con afanes autoritarios. Cuesta trabajo que esto se entienda, pero poco a poco los hechos van a demostrar que esta es la vía. (...)
Tenemos una política definida para garantizar la paz y la tranquilidad, y ya sabemos lo que no hay qué hacer: el uso de la fuerza, de la violencia, las masacres. (...)
Yo le digo al pueblo de México que tenga confianza, que no hay impunidad porque no hay contubernio entre delincuencia y autoridades. Está bien pintada la raya entre delincuencia y autoridades. (...)
Había hasta la decisión de arrasar, de exterminar; y lo muestran así los datos de letalidad, de cómo fueron más -siempre- los muertos que los heridos y los detenidos. (...)
Como si gobernar un país fuese el equivalente a actuar como encargado de un cuartel o ser un represor. Quien gobierna un país tiene que cuidar la vida de todos, más que nada ese es su propósito principal: cuidar la vida de las personas”.