Los 88 millones de seguidores de @realDonaldTrump y los 35 millones de suscriptores en Facebook ya no pueden encontrar sus comentarios, a veces peligrosos y también racistas, en esas plataformas. El presidente ha sido silenciado. El discurso de odio y las falsedades han sido su marca registrada.
Al fin lo callaron, dirán muchos. Pero si uno quiere libertad de expresión, tiene que soportar la libertad de expresión de los demás. Me pone nerviosa que un pequeño grupo de gerentes de empresas pueda decidir...
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