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Lo que hay que hacer en Colombia es seguir deteniendo la máquina de la guerra. La guerra produce secuestros, daños en la infraestructura, muertes y dolor. Y aunque este gesto es una obligación del Eln, lo entiendo como un gesto humanitario frente a unas tenues declaraciones del Gobierno de tener voluntad de reanudar la negociación. Hay que tenerlo en cuenta.
Lo peor es mantener al Eln en pie de guerra. Es lo que más daño produce no solo frente al conflicto con esa guerrilla sino también frente a la precaria paz con la Farc. Creo que hay que parar la guerra, hay un gesto que se debe aprovechar y ojalá en este cese unilateral del Eln que hemos pedido desde tantos sectores, el Eln entienda que se abre una voluntad del lado del Gobierno y que esa mesa ojalá se reinicie.
Hay saldos pedagógicos de lo que se aprendió en la negociación con las Farc. Dos o tres años antes de firmar el acuerdo, las Farc decretaron una tregua unilateral. Y del lado del Gobierno se busca que entienda que es una negociación y, en esas condiciones, todos deben poner.
Ojalá se le dé una buena noticia al país: que se reactiva esa mesa. Son tantos años, décadas, intentando negociar con el Eln. Las señales son difíciles, pero esto hay que pedirlo, sobre todo para los territorios donde los civiles más sufren, esa que llamamos Colombia profunda.