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Nada de lo propuesto ni decidido por este gobierno permite concluir que habrá cambios de importancia en las lamentables condiciones de vida y de trabajo de las grandes mayorías nacionales.
Nada hay en el “Plan de subdesarrollo” que enfrente con seriedad la corrupción. Una vez cerca de doce millones de colombianos respaldamos la consulta anticorrupción, no puso el peso de su poder para que las fuerzas políticas que lo eligieron la aprobaran en el Congreso.
Constituye también un gravísimo desatino del Gobierno empecinarse en la orientación del Ministerio de Defensa, dada la desconsideración e incapacidad con la que se han tratado los asesinatos de tantos reinsertados y líderes sociales, y los serios problemas internos en el Ejército, a los que juegan a aplicarles el tapen-tapen.
Se equivoca también el presidente Duque cuando se empecina en no cumplir, o hacerlo a medias y a regañadientes, las normas constitucionales y legales sobre el proceso de paz. Y más cuando maniobra para desacreditarlo. También les hace mucho daño a los colombianos usar el poder del Estado para desacreditar con argucias a la Justicia Especial de Paz.
E igual puede afirmarse de su política exterior, hasta el punto de someterse al trato indigno que le ha dado el presidente de Estados Unidos.
