Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Se tiene por norma universal definitoria de la democracia la libertad de pensamiento y la garantía de coexistencia civilizada de partidos políticos, no solo diferentes sino incluso ideológicamente antagónicos.
Esas garantías, ese aseguramiento de las libertades de expresión o de participación, se ejercen en la forma más amplia, consistente y estricta, por todos los órganos del Estado y de la vida pública en general, como sucede en Venezuela.
Pero en Venezuela no existe (ni ha existido) una oposición a la altura de las exigencias, los retos y la necesaria madurez política que reclama el país. El desastre que hoy cunde en la oposición solo demuestra, una vez más, que la revolución (bolivariana) no ha tenido nunca un verdadero contrapeso propiamente político, sino un grupo de inmorales e inescrupulosos arribistas desesperados por alcanzar el poder a como dé lugar, con el único objetivo de hacerse de algún dinero fácil ofertando la patria a precio de gallina flaca (como es lo usual en el neoliberalismo).
Así que nadie se alarme. Vivir sin oposición no solo es completamente legal y constitucional, sino que es perfectamente posible. Y hasta provechoso. Lo único que hay que hacer es habituarse a la idea. Y listo. Seguir adelante en la construcción de la Patria.