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El caso más sonado de persecución absurda fue el de dos hermanas que “osaron” venderle 14 desayunos y unas empanadas a María Corina y el Estado las obligó a cerrar el restaurante.
Todo parece indicar que las elecciones del próximo 28 de julio en Venezuela se han convertido en uno de los mayores desafíos que se le hayan planteado al régimen de Nicolás Maduro. La gran acogida de los representantes de la oposición en cada visita durante esta campaña y las medidas desesperadas del gobierno para contrarrestar esa popularidad así lo muestran. La esperanza revive en los venezolanos, pero el panorama no pinta fácil.
Tras la sorpresa por el hecho de que Maduro aprobó el candidato elegido por la coalición de los opositores, el exdiplomático Edmundo González, y con una María Corina Machado inhabilitada para participar en las elecciones, estos dos últimos se han lanzado en llave a una campaña en la que él cubre Caracas y alrededores y ella se dedica a visitar pueblos en otras regiones más apartadas que han sido fuertemente golpeados por la crisis. Y el ambiente que se percibe en esta ocasión denota un cansancio en la gente y unas ganas de superar estos 25 años de chavismo, ese movimiento socialista que se ha perpetuado en los últimos once con el cada vez más autoritario régimen de Nicolás Maduro.
La dupla Machado-González tiene como objetivo revivir el entusiasmo en la gente para que este se convierta en votos que le den paso al tan anhelado cambio. El ambiente de desánimo, frustración y desmoralización entre los votantes, que se extendió después de que le impidieron a María Corina y a su sustituta Corina Yoris participar en la papeleta, está dando paso a una esperanza entre la población. Sin presupuesto, grandes tarimas o buenos parlantes, Machado ha hecho uso de su capacidad retórica para apelar a la emoción del reencuentro de las familias y de los migrantes que se marcharon del país por la crisis, y hace soñar a sus audiencias con la esperanza del futuro.
Y esto a pesar de que el régimen torpedea todo lo que puede. Le hace por ejemplo un seguimiento milimétrico a la agenda de Machado y allá donde ella se presenta contraataca con otra manifestación paralela de sus fieles. También se ha lanzado en una persecución absurda de las personas que le ayudan a Machado en la campaña, entre ellas seis operadores de equipos de sonido que trabajaban en un mitin, un camionero que recogía suministros en un acto de campaña en Caracas y cuatro hombres con canoas que proporcionaron transporte en una humilde población venezolana. Pero tal vez el caso más sonado, por la repercusión que tuvo en las redes, fue el de Corina y Elsy Hernández, dos hermanas que tenían un modesto restaurante desde hace veinte años y que “osaron” venderle 14 desayunos y unas empanadas a la principal figura de la oposición del país. Inmediatamente recibieron una orden que las obligaba a cerrar temporalmente su negocio. Su caso despertó tal solidaridad que recibieron ayuda de cientos de personas y su producto estrella pasó a conocerse como las empanadas de la libertad.
El gobierno de Maduro continúa con sus hostilidades y desde enero ha detenido o encarcelado a 10 integrantes del equipo político de Machado, mientras que otros cinco tienen órdenes de aprehensión vigentes y se encuentran en la embajada argentina en Caracas. Y preocupa mucho una propuesta en el legislativo, conocida como la Ley contra el Fascismo, que podría permitir al régimen suspender la campaña de González en cualquier momento. No en vano Maduro le prometió a una gran muchedumbre de seguidores que ganaría las elecciones “por las buenas o por las malas”.
Ahondar en que la situación económica de Venezuela es grave, es repetirnos. Y aunque Maduro no muestra signos de debilidad, sí teme una ruptura interna, porque gran parte de sus bases se le han puesto en contra. Pero no parece estar listo para dejar el cargo, entre otras porque él y otros funcionarios de su gobierno están siendo investigados por la Corte Internacional de Justicia por crímenes de lesa humanidad. Así que tiene que aferrarse al poder y maniobrar para que el día que se le acabe el mando haya una oposición que le condone las deudas pendientes.
Hay mucho en juego en estas elecciones. Una nueva victoria de Maduro podría llevar a Venezuela a una situación en la que se intensifiquen la pobreza, la represión y el sufrimiento, ocasionando que un éxodo humano aún mayor se dirija al norte, a la frontera estadounidense. Por otro lado, quedará en manos de quien gane los comicios de julio la supervisión de las reservas petroleras nacionales, las mayores del mundo; el restablecimiento, o no, de las maltrechas relaciones con Estados Unidos y la decisión de permitir que Irán, China y Rusia sigan considerando a ese país como un aliado clave en el hemisferio occidental.
Mientras tanto María Corina insiste en todas las reuniones a las que acude que Edmundo González es la esperanza, porque “no se trata de una persona, se trata de un sentido de oportunidad, y esta es la oportunidad de cambiar la situación”. Ojalá sea así