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Itagüí y Envigado, al sur del área metropolitana, decidieron enviar fuerza policial con apoyo canino para vigilar los entornos y accesos a las instituciones educativas públicas, para evitar la venta o el porte de drogas. Pero en Bogotá otro centenar de centros escolares se hicieron la misma pregunta: ¿qué tanto están permeando las estructuras criminales los ambientes de la formación primaria y secundaria, para iniciar a los jóvenes en el consumo de estupefacientes?
Las IE, como hoy se les conoce, son nervios rectores de la vida comunitaria en amplias zonas. Allí no solo estudian los niños de familias de medianos y bajos ingresos económicos sino que son centros de múltiples actividades: de padres de familia, de grupos juveniles, de equipos deportivos, de colectivos culturales e incluso de jornadas de la tercera edad, los scouts y los misioneros y catequistas.
Es decir, la escuela y el colegio públicos tienen profundas raíces en la vida barrial y la formación de múltiples generaciones y expresiones ciudadanas. Son una verdadera gema en la que brillan la integración, el conocimiento y el intercambio real y simbólico de saberes que ayudan a la transformación social positiva. Por eso la importancia de protegerlas de los fenómenos de violencia y delincuencia.
Es creciente la presencia de expendedores de alucinógenos y de bandas con otras ofertas más de ilegalidad en los entornos de las IE. Algunas que incluso buscan la deserción escolar de los menores para que se inserten en las filas de la delincuencia.
Este blindaje, con anillos de seguridad policial y de otros actores estatales (en pedagogía contra el consumo de drogas, orientación sicosocial y juvenil y educación sexual), viene muy bien, y es necesario, en comunidades tan vulnerables debido a los precarios índices de empleo, oferta institucional, bajos ingresos, brotes de violencia intrafamiliar, abuso infantil y embarazo adolescente, y presencia de estructuras criminales que buscan reclutar menores.
Se plantearon preguntas sobre la conveniencia de emplear perros antidrogas en los accesos a las IE, debido a que ello pudiese comportar una actitud estigmatizante de algún joven con problemas de drogadicción, pero se ha precisado que está trazada una ruta de atención para que se actúe con tacto, tanto desde la fuerza policial como desde el cuerpo docente, para que se indague en los casos y se logren soluciones y atención confidenciales, y de oportuna protección, ante cualquier caso de porte entre los menores.
Los padres están integrados al mensaje de consolidación y cooperación con estos ambientes escolares libres del asedio del microtráfico. Esta debe ser solo una línea más de las múltiples tareas de prevención, para evitar que niños y adolescentes, sin madurar su capacidad de discernimiento, caigan en las manos de mercaderes de vicio sin ningún escrúpulo ni respeto por sus vidas y las de sus familias.
El Observatorio de Drogas de Colombia señala el preocupante crecimiento del consumo no solo por la opción de las personas, sino por el aumento de la oferta y diversidad, en especial entre la población joven. Se trata de un mercado en expansión promovido por mafias capaces, como hoy se detecta, de llevar la droga hasta las propias puertas y aulas de los colegios.
Por eso esta alerta y esta invitación, para que instituciones tan valiosas en el servicio a la comunidad y la juventud no sean penetradas por el narcotráfico y sus prácticas, desde todo punto de vista condenables y nocivas para una sociedad en construcción .