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Con la cifra de crecimiento para la economía en 2019 que divulgó el Dane, se confirma su aceleración progresiva desde 2017, cuando aumentó apenas 1,7 %. No hay que olvidar en el análisis que el Dane, al recibir nueva información, ajustó hacia abajo el PIB de 2018, lo que llevó a un crecimiento para ese año de 2,5 %, frente al 2,7 % anterior.
En todo caso, el 3,3 % de crecimiento de la economía en 2019 es un buen resultado, no solamente porque confirma la tendencia expansiva, sino también porque se da en medio de muchas dificultades, con una economía global maltrecha por la incertidumbre originada en la guerra comercial entre Estados Unidos y China y las vicisitudes del Brexit. Solo al final del año se tuvo un respiro en esos temas, que pesaron mucho en las decisiones de los inversionistas.
Como en el año anterior, la economía colombiana creció gracias a su demanda interna. Tanto el consumo de los hogares como la inversión (formación bruta de capital fijo en las cuentas nacionales) coincidieron en la misma alta tasa de crecimiento de 4,6 %. El contraste, y la fuente de preocupación, es la debilidad de la demanda externa. En ese caso, las importaciones aumentaron fuertemente (9,2 %) y mucho más que las exportaciones (3,1 %), con lo cual el balance neto del comercio exterior fue negativo y restó al crecimiento.
Los hogares se beneficiaron de la llegada de mayores remesas, gracias a que Estados Unidos y España, países con alta presencia de migrantes colombianos, tuvieron economías pujantes en 2019. Los consumidores también sacaron provecho de la política monetaria estable y de la relativamente moderada inflación de 2019 (3,8 %). Esos dos elementos compensaron factores negativos para el consumo como el elevado desempleo y las protestas de fin de año.
En la inversión, la nota negativa la puso el sector de la edificación que disminuyó de forma drástica (-7,2 %), mostrando que sigue postrado y no responde a la política sectorial del Gobierno y tampoco a la reducida tasa de interés real de la política macroeconómica. Las otras construcciones (obra pública) se expanden bien (4,5 %). Destacable el crecimiento de la inversión en maquinaria y equipo (14,2 %), reflejo de la renovación de la capacidad instalada pública y privada.
El empuje de la demanda interna favoreció a varios sectores, como se observa al estudiar el PIB desde el lado de la oferta. Crecieron muy bien el comercio (5 %), las actividades financieras (5,7 %), las actividades profesionales (4 %) y la administración pública (4,9 %). Al contrario, no le fue tan bien a la explotación de minas y canteras (2,1 %), agricultura (2 %) e industrias manufactureras (1,6 %), todos sectores que tienen relación con el sector externo.
La minería, exportadora por definición, se recupera después de 5 años consecutivos de decrecimiento. En esta ocasión, la caída del precio externo del carbón afectó el desempeño sectorial. Agricultura e industria, aunque han tenido una buena demanda por sus productos en el mercado interno, no han gozado de la misma suerte en el externo. La debacle es la construcción con un crecimiento negativo (-1,3 %), explicado por la caída de la edificación.
Hay materias pendientes para la economía en 2020: urgente crecer aún más para generar empleo, sobre todo en la edificación, agricultura e industria, e indispensable que el producto colombiano se abra paso en los mercados externos. Vamos bien, pero hay que lograr un crecimiento balanceado de todas las actividades productivas.