viernes
7 y 9
7 y 9
Nunca antes el Sistema Integrado de Transporte Masivo del Valle de Aburrá (Sitva) había enfrentado una situación tan crítica como la que hoy le impone la covid-19: tener que trabajar al tope, con los enormes gastos económicos que ello implica, para atender a una afluencia de usuarios que se ha reducido hasta en un 87 % durante la cuarentena y, que ahora al reactivarse la mayoría de los sectores productivos, solo puede mover el 35 % de su capacidad para evitar posibles nuevos contagios.
Salir avante frente a la pandemia exige, más allá de sus esfuerzos internos, que se están ejecutando, desde el inicio de las restricciones, con la activación del Plan de Continuidad de Negocios, la creación de un equipo con protagonismo inspirador, del que hagan parte su junta directiva, el gobierno nacional, la Alcaldía de Medellín, Gobernación de Antioquia, el Área Metropolitana, gremios, empresas y usuarios.
Los ingresos del metro, empresa de 2015 empleados, dependen en un 90 % del pago de tiquetes y el punto de equilibrio operativo, para suplir costos y gastos de operación, siempre manteniendo la red en pleno funcionamiento, está calculado en 823.000 viajes diarios.
Todo excedente se ha ahorrado durante los últimos 25 años, para inversiones futuras como adquisición de nuevos trenes, repotenciación de los viejos, programas en favor del usuario y otros aspectos.
La complejidad financiera del metro, derivada de la crisis, se explica por la baja significativa de viajes. El último día típico laboral antes de la contingencia (13 marzo) ingresaron al metro, metroplús, cables y buses, 1.060.047 usuarios, el viernes 22 de mayo, sumaron 280.000. Durante el aislamiento obligatorio el promedio de pasajeros ha sido de unos 150.000 viajes diarios, mientras que en operación normal el promedio supera el 1.000.000. En pesos, la operación de ese 13 de marzo fue de $1.646 millones. El pasado 20 de mayo, última métrica disponible, sus arcas solo recibieron $389 millones.
Al cierre de 2020 el metro aspiraba realizar 337 millones de viajes. Pero, por la crisis, esta cifra, ajustada a una proyección media, no pesimista, que puede darse, solo llegaría a 174 millones de viajes, 51,66 % de la operación. En pesos el presupuesto para el cierre del año se calculaba en $560 mil millones, pero solo se recibirán $261 mil millones. Si se suman los déficit de todo el sistema integrado y unidades de negocios, el bajón sería de $355.000 millones.
El punto de equilibrio, además, no contempla el pago de la deuda interna, estimada en $260.000 millones; ni la contraída con la Nación durante su construcción, $5,7 billones, precio del pasado 30 de abril, la cual se ha venido cancelando, incluso de manera anticipada a los plazos en un 27 %.
El manejo de la crisis, también debe reconocerse, se viene haciendo por parte del equipo administrativo de manera inteligente, responsable y abierta para todos los entes públicos y privados y usuarios. El servicio, pese a la reducción del número de viajes, continúa con altos estándares de calidad y protocolos biosanitarios.
Como mecanismos para paliar la crisis se ha acudido a la adquisición de créditos, negociación de nuevos plazos y condiciones para el pago de obligaciones, servicios y las deudas, entre otras, la que se tiene con el gobierno central y el aplazamiento de algunos de los proyectos e inversiones, que iban a ser apalancados con los excedentes de caja. El reto que impone la pandemia al metro, quizás sea tan grande como el que unió a Antioquia para su construcción, en consecuencia todo apoyo será fundamental .