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“Uno también puede cambiar para empeorar y los primeros indicadores del Gobierno sugieren que el cambio va en esa dirección”.
De vuelta al pasado. Por momentos los colombianos nos preguntamos si lo que estamos viviendo es como ver pasar el país en una de esas viejas películas en blanco y negro que parecían olvidadas.
El presidente Gustavo Petro llegó a la Casa de Nariño con la promesa de que este iba a ser el gobierno del cambio. Y ahora, un año y siete meses después, nos preguntamos ¿cuál es la definición de “cambio”? Porque, si bien en la propaganda política la palabra cambio se usa en su acepción de transformación positiva, por supuesto uno también puede cambiar para empeorar y los primeros indicadores del gobierno sugieren que el cambio va en esa dirección.
Si bien, no se esperaban milagros de la noche a la mañana, el cambio de la manera como se prometió no se está materializando.
Tema por tema. En materia de corrupción, por ejemplo. Lamentablemente, los casos de corrupción estallaron en los primeros días con denuncias de ingreso de dineros a la campaña que no fueron contabilizados, y hemos visto algo nunca antes documentado: el robo de dinero de la campaña por parte del hijo del presidente. Después vino el derroche por parte de la primera dama. Y lo más reciente, los escándalos por la compra de decenas de carrotanques para llevar agua a La Guajira, por los que se pagaron más del doble de lo que valen, y que siguen varados.
Sin contar la mermelada –que se ha desparramado para pasar a los trancazos en el Congreso las reformas antipopulares– o el nombramiento de personas sin experiencia en cargos del Estado –con el agravante de que está acabando la tecnocracia y están siendo reemplazados por activistas–.
En otro frente, el económico, en el país se frenó la producción de bienes y servicios, con un lánguido crecimiento de 0,6% en 2023, mientras que la inversión sufrió un gran desplome y los industriales, a los que iban a impulsar, son calificados de esclavistas.
Pero la realidad es aún más preocupante: el sector privado del país está prácticamente en recesión, el escaso porcentaje de crecimiento positivo se da por el aporte que hace a la economía la administración pública –es decir, los impuestos–. El crecimiento del sector privado fue de abril a junio (-0,2%), de julio a septiembre (-1,6%) y de octubre a diciembre (-0,5%). En teoría, hay recesión cuando se dan dos trimestres consecutivos en negativo.
En la reforma agraria no hay mayores avances y la lucha contra el cambio climático se ha quedado en ataques contra el petróleo mientras se anuncian importaciones de gas de Venezuela, se siguen talando bosques y muchos proyectos de energías renovables no convencionales están parados.
En indicadores sociales estamos todavía a la expectativa. Hay que esperar si los subsidios que tanto se anuncian, muchos de los cuales se crearon en gobiernos anteriores, dan resultados y ayudan a disminuir la pobreza, si se generan nuevas fuentes de trabajo y disminuye la altísima informalidad que sigue en 56%. Por lo pronto, más de un millón de niños que eran atendidos por el ICBF se han quedado en visto en lo que va de este año porque al gobierno le dio por cambiar el esquema de contratación sin tener un plan B de atención.
En materia de seguridad algo está ocurriendo a lo largo y ancho del país que aún no logramos entender hacia dónde va. Nacen nuevos grupos armados en distintas geografías. Los vemos poniendo retenes o dándoles clases a niños en las escuelas. La Paz Total ha envalentonado a las organizaciones criminales y los grupos de delincuencia común que siembran el terror y se pasean como Pedro por su casa por muchos municipios. Y mientras tanto las fuerzas armadas se sienten maniatadas para ejercer sus acciones y frenar a estas organizaciones.
Un reciente informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos reveló que el año pasado en 206 municipios de 28 departamentos del país la violencia tuvo un gran impacto en la población por cuenta del accionar de los grupos armados ilegales. En 2023 se presentaron por los menos 105 casos de asesinatos de líderes sociales, se cometieron 98 masacres con 320 víctimas, 7% más que en 2022 y aumentó el reclutamiento de menores.
Por supuesto no todo es malo. Hay que destacar que la inflación está a la baja, que el dólar sigue estable y que la educación contará con el presupuesto más grande de su historia: 70 billones de pesos.
Para el ex ministro de Salud, Alejandro Gaviria, el cambio “ha sido un simulacro” y dice que el gobierno está construyendo una narrativa y polarizando deliberadamente al país. La exministra de Agricultura, Cecilia López, afirma que le duele que el cambio prometido para disminuir la desigualdad y las brechas sociales se va a perder.
Mientras tanto, el mandatario decidió poner a hablar al país en las próximas elecciones presidenciales. Ya está ambientando un supuesto fraude y dice que en el 2026 tienen que volver a ganar, para hacer el cambio que no se ha materializado hasta ahora.