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¿Cuánto más hay que esperar para que Roa salga de Ecopetrol?

Ecopetrol está al borde del colapso reputacional e institucional. En un gobierno que de verdad considere que los recursos del Estado son sagrados, hace rato Ricardo Roa tendría que haber dado un paso al costado.

30 de mayo de 2025
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  • ¿Cuánto más hay que esperar para que Roa salga de Ecopetrol?

¿Qué está esperando el presidente Gustavo Petro para sacar a Ricardo Roa de la presidencia de Ecopetrol? A la empresa más importante del país –nuestra gallina de los huevos de oro– no le cabe un escándalo más. Cada día que pasa, sin tomar una decisión al respecto, el mandatario es cómplice de la destrucción de valor que la presencia de Roa le está causando a la compañía.

Y es lamentable tener que interpelar a Petro porque lo correcto, en cualquier empresa del mundo de la magnitud de Ecopetrol, sería hacerlo a través de la junta directiva. Pero como el mandatario se ha llevado por delante el gobierno corporativo y ha decidido manejar la petrolera como si fuera una tienda de la Casa de Nariño, es a él a quien le cabe no sólo la obligación de sacar a Roa sino también la culpa de haberlo puesto a administrar la primera empresa del país y una de las 300 más grandes del mundo.

Gustavo Petro ha hecho de su cruzada contra el petróleo una de sus principales banderas. Lo ha tildado de enemigo de la vida y de ser la causa del apocalipsis. Pero en este punto y hora uno no sabe qué le está haciendo más daño a la humanidad, o mejor a Colombia en particular, al menos en este momento: si la exploración de petróleo, o si la corrupción y los malos manejos que parecen haberse tomado esta joya de la corona.

Era cuestión de tiempo para que explotara. La crisis era predecible desde el momento en que Ricardo Roa fue nombrado presidente no por sus credenciales en el sector sino por su papel como gerente de campaña de Gustavo Petro. Su llegada fue interpretada más como un premio político que como una apuesta técnica por proteger a la mayor empresa del país.

La cuerda se terminó de romper esta semana con noticias que le dieron, otra vez, verdaderos batacazos a la petrolera. La primera, El Tiempo reveló que Ecopetrol firmó un otrosí para pagar 5,8 millones de dólares a un bufete de abogados de Estados Unidos para evaluar los riesgos reputacionales para la compañía por cuenta de Ricardo Roa.

¿A quién se le ocurre gastar 5,8 millones de dólares de los accionistas de Ecopetrol que somos todos los colombianos para evaluar si tener a Roa de Presidente le hace daño a la compañía? ¿No será mejor, más lógico y más económico, cambiar a Roa?

Y la segunda, Semana y Blu publicaron un hecho alarmante: al menos 70 funcionarios de la petrolera habrían sido objeto de interceptaciones ordenadas por el mismo Roa, incluyendo a miembros de la junta directiva, al propio Roa y al vicepresidente que firmó la orden de ‘chuzar’. No sería raro que ambos hayan pedido incluir sus nombres como un intento de evitar suspicacias como la que se está presentando.

Todo esto ocurre mientras la Procuraduría General solicita sanciones contra Roa por violación de los topes de financiación en la campaña de Petro, con más de 5.355 millones de pesos no reportados.

El asunto no es menor sino por el contrario es de extrema gravedad teniendo en cuenta que Ecopetrol tiene listadas sus acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York y por lo tanto, es vigilada por la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos.

La renuncia de Mónica de Greiff a la junta directiva —nombrada por el mismo Gobierno— fue la señal inequívoca de que algo se está pudriendo en Ecopetrol. De Greiff, que ya se había tragado el sapo de la abrupta y equivocada cancelación del contrato del Permian, en Texas, y había permanecido en la junta a pesar de los escándalos, esta vez no resistió más.

No es la primera vez que en Ecopetrol indagan sobre Roa. Un informe de Control Risk, contratado por el Comité de Auditoría y Riesgos de Ecopetrol, conocido en marzo de 2024, reveló los riesgos que corre la petrolera teniendo en cuenta que Roa pudo incurrir en conflicto de interés al comprar un apartamento a bajo precio a Serafino Iácono, ex directivo de Pacific Rubiales, o debido a las investigaciones por la financiación de la campaña presidencial y también los contratos entregados a la pareja de Roa, entre otros. El informe concluía que el riesgo reputacional era alto y muy alto.

Ecopetrol no está viviendo una tormenta pasajera, está al borde del colapso reputacional e institucional. En un gobierno que de verdad considere que los recursos del Estado son sagrados, hace rato Ricardo Roa tendría que haber dado un paso al costado.

La historia se encargará de pasarle su cuenta de cobro a Gustavo Petro: con los recursos de Ecopetrol, que representa más de 10 puntos del PIB, el país financia hospitales, vías, universidades y hasta subsidios. A veces, el verdadero apocalipsis no lo traen los combustibles fósiles, sino la corrupción y la arrogancia ideológica con que se gobierna.

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