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Las cifras de la accidentalidad vial en 2020, si bien muestran niveles de descenso, son a todas luces preocupantes y dejan enormes retos a las autoridades viales, gremios, empresas, sistema sanitario, conductores, aseguradoras y ciudadanos para tratar de reducir esta problemática, uno de los asuntos más complejos de salud pública en el país.
Como en periodos anteriores, esta vez la participación en los incidentes viales es crítica por parte de los motociclistas. En Medellín, por segundo año consecutivo, van más motociclistas muertos que peatones.
Entre enero y septiembre, según la Agencia Nacional de Seguridad Vial, los accidentes viales cobraron 3.956 víctimas fatales, 705 casos menos que en 2019. Hecho que se explica por la reducción considerable de vehículos en las calles por la pandemia, sobre todo entre marzo y abril, vacaciones de Semana Santa, con cuarentena total, pero, paradójicamente, el menor tráfico vehicular disparó la velocidad y con ello la letalidad en los choques y volcamientos, como lo explicaron a EL COLOMBIANO expertos en la materia.
Del total de muertos en Colombia (3.956) al cierre de septiembre, 51,70 % eran motociclistas, los cuales además sumaron el 59,8 % de los heridos; en casos fatales les siguieron los peatones, con 20,80 %; usuarios de vehículos (conductores y pasajeros) 12,50 %, y ciclistas 7,87 %.
En Medellín, con más de 900.000 motos matriculadas, al pasado 25 de octubre la Secretaría de Movilidad reportó 147 muertos en incidentes viales. De estos, 66 eran motociclistas, 10 parrilleros y 55 peatones, 24 arrollados por los motociclistas. Además 1 conductor, 4 pasajeros y 11 ciclistas. En el mismo periodo de 2019 murieron 201 personas en casos viales: 74 motociclistas, 16 parrilleros, 93 peatones, 6 conductores, dos pasajeros y 10 ciclistas. A las víctimas fatales se suman 9.762 motociclistas lesionados este año. Los registros médicos prueban que por cada accidente donde haya un fallecido, al menos una persona más queda con discapacidad total y tres con discapacidad reducida.
No se trata de estigmatizar a los usuarios de las motos, sí en exigir una conducción responsable, de acatamiento a las normas de tránsito, respeto a los semáforos, utilización del casco, poner fin al zigzagueo, el cambio abrupto de carriles, el no uso de direccionales, el consumo de licor, el exceso de velocidad y otras situaciones que atentan contra la vida de todos los usuarios de la vía.
No puede ser un conflicto moverse por las calles y avenidas de Medellín. La ciudad tiene herramientas para hacerlo y debe aplicarlas. Está el decreto 884 de 2018 (alcaldía de Federico Gutiérrez), que creó el Comité de Movilidad y Seguridad Vial de Medellín, el cual busca coordinar la gestión interinstitucional para la toma de decisiones en políticas, planes, programas y estrategias que promuevan el mejoramiento de la movilidad y la seguridad vial coherente al desarrollo de la ciudad.
El problema involucra múltiples actores y sectores, públicos y privados, locales, metropolitanos, regionales y nacionales y como tal debe enfrentarse.
Exceso de velocidad, irrespeto a las señales de tránsito, conducir en estado de alicoramiento, adelantar en curvas y las fallas mecánicas han sido las principales causas de los sucesos viales este año. Es decir, irresponsabilidad e indisciplina ciudadana en alta incidencia, actitudes que, de ser controladas, eliminarían hasta un 95 % de las desgracias viales, de acuerdo con distintos expertos e investigaciones al respecto.