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Este miércoles 12 de febrero nacerá la o el colombiano 50 millones. Una cifra significativa en términos de población, pero sobre todo en los retos que encarna para el país que ese ciudadano, sea cual fuere su género, logre desarrollarse en una sociedad que le ofrezca las garantías mínimas propias del Estado Social de Derecho que define la Constitución de 1991.
A esta cifra es posible agregar la presencia de 1,7 millones de venezolanos y de colombianos repatriados, debido a la crisis del país vecino, quienes representan algo más del 3 % de la población nacional. Migrantes que demandan atención en salud, educación, empleo y que por supuesto plantean retos de integración en todos los niveles de su interacción.
Los últimos años, las tablas del Índice GINI -que mide la desigualdad- corroboran que Colombia es un país con crecimiento económico, pero en el que se mantienen condiciones de inequidad que lo ponen entre los dos países de mayor desequilibrio en Latinoamérica, solo por debajo de Honduras, y en la casilla 7 en el mundo.
Por ello debe empezar a ocurrir que a medida que la economía colombiana crezca -a niveles de 3,6 % esperado para 2020- empiecen a disminuir las brechas, necesidades y problemas que afronta la población de más bajos, o de cero ingresos, en aspectos como la vivienda, la educación, el transporte y la canasta familiar básica.
El colombiano 50 millones debe llegar entonces a un entorno en el que no haga más carrera la frase según la cual “la economía va bien, pero el país va mal”. Hay un gran reto de igualdad y equidad, con lo que ello traerá como efecto en las posibilidades de convivencia, reconciliación y cultura de la legalidad. “Desinformalizar” a Colombia es prioridad.
No obstante las dificultades y limitaciones institucionales, los expertos consideran que hay asomos favorables al alza de la calidad de vida y que no deberían repetirse fenómenos como el de 2006-2014 cuando no obstante gozar del auge petrolero, el Índice GINI de Colombia cayó.
Hay otros asuntos que corregir: que las transformaciones sociales, como lo advirtió en nuestro editorial del Aniversario 108 el presidente de Bancolombia, Juan Carlos Mora, están ocurriendo a mucha más velocidad que los cambios institucionales. El aparato estatal y el ecosistema de la empresa privada requieren mayor agilidad para adaptarse a las demandas sociales y a ciudadanos con mayor conciencia social.
“Mientras los indicadores macroeconómicos muestran crecimiento sostenido la última década, y las empresas tienen un balance de resultados favorables, la percepción de los ciudadanos sigue siendo poco optimista”.
En ese rango de conciliación social, de diálogo abierto sobre los problemas del país es donde hay que fijar los mecanismos que le den al colombiano 50 millones la oportunidad de una nación redefinida en metas que no sean solo de crecimiento económico sino de desarrollo social, en medio de un proyecto más colectivizado y dispuesto a subsanar necesidades básicas y a buscar y construir la paz.
Estos objetivos de socialización del bienestar solo serán alcanzables en un sistema capaz de asimilar las lecciones y reflexiones surgidas de la conversación ciudadanos-Estado-empresa privada. Todo ello para generar “valor compartido”: en distribución de la riqueza, respeto por el ser humano y protección del medio ambiente.
Tener 50 millones de colombianos, más que una cifra llamativa debe convertirse en un hito histórico capaz de movilizar y producir transformaciones que dignifiquen a los ciudadanos que recién empiezan a vivir en esta patria.