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El desafío de las altas tasas de interés

Los analistas hablaban hasta de siete recortes de tasas de interés en EE.UU. durante el año. Sin embargo, la Reserva Federal ha mantenido su tasa de referencia, con una inflación más persistente de lo previsto, un mercado laboral creando más empleos de lo esperado y una economía que crece más de lo que anticipaban.

06 de mayo de 2024
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  • El desafío de las altas tasas de interés

El Banco de la República finalmente bajó 50 puntos las tasas de interés para dejarlas en 11,75% y de esa manera se espera que el gobierno de Gustavo Petro, que le ha pedido de todas las maneras posibles bajarlas cada vez más, haya quedado medianamente tranquilo. El Gobierno espera que el crédito se abarate para que se dinamice el consumo y la economía vuelva a crecer. Incluso se presume que esta vez el ministro de Hacienda Ricardo Bonilla fue el miembro de la Junta del Banco que votó para que la reducción fuera de 100 puntos.

En esta coyuntura vale la pena hablar del desafío que significan las altas tasas de interés no solo en Colombia sino también en el mundo. Toda una generación creció con la idea de que era normal que existieran tasas de interés cercanas a cero. Desde la crisis del 2008 hasta el primer año de la pandemia, los economistas debatían si la tendencia a la baja de las tasas de interés en el mundo desarrollado era una evolución de décadas o incluso siglos, pero el debate se les acabó pronto porque apenas dos años después la pregunta cambió y ahora el debate es, por el contrario, sobre si las tasas volverán a bajar algún día.

Los bancos centrales en todo el mundo aumentaron las tasas de interés para contrarrestar el alza de los precios que se experimentó en todo el mundo tras las disrupciones en las cadenas de suministro y las políticas monetarias expansivas adoptadas por la pandemia.

Las consecuencias de este aumento en las tasas de interés se han sentido en las economías de todo el mundo, incluyendo en Colombia, y los actores del sistema financiero esperan con ansias una señal definitiva de que la inflación ha sido controlada para poder reducir sus tasas.

Una variable fundamental a este respecto son las medidas adoptadas por la Reserva Federal respecto a las tasas de interés en Estados Unidos y, en ese frente, las noticias han sido poco alentadoras para quienes esperaban una rápida y significativa disminución en las tasas. Luego de una subida acelerada, la mayor en décadas en Estados Unidos, que llegó a ubicar la tasa de interés entre 5,25% y 5,50%, la expectativa a principios de este año era que, ante una inflación aparentemente bajo control, el 2024 sería un año con una fuerte reducción.

A principios de año, los analistas hablaban hasta de siete recortes de tasas de interés en Estados Unidos durante el año. Sin embargo, estamos a mayo y la Reserva Federal ha mantenido su tasa de referencia. Con una inflación más persistente de lo previsto, un mercado laboral creando más empleos de lo esperado y una economía que crece más de lo que anticipaban, el banco central gringo ha tenido que moderar las expectativas del mercado respecto a la baja de sus tasas. Ahora, tras varios pronunciamientos cautos de Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, muchos redujeron la expectativa de siete rebajas a uno o dos recortes, o incluso ninguno.

Así las cosas, con los mercados pronosticando ahora que las tasas de interés en Estados Unidos permanecerán altas, los inversionistas elegirán el dólar para aprovechar mejores rendimientos y un crecimiento económico estadounidense que supera por mucho al desempeño de cualquier país desarrollado. Esto amenaza con crear una presión alcista aún mayor sobre el precio del dólar, generando un efecto dominó riesgoso en la economía global.

En teoría, un dólar más fuerte debería ayudar al resto del mundo a hacer que sus exportaciones sean más competitivas. Sin embargo, también tiene efectos que, de prolongarse, pueden tener consecuencias negativas. Por un lado, un dólar más fuerte también aumenta el poder adquisitivo de Estados Unidos, permitiendo que los consumidores y empresas estadounidenses compren bienes de otras economías, lo cual puede provocar que el país “exporte” inflación a países que ya han comenzado a frenar el aumento de los precios. Por otro lado, un dólar al alza podría agregar tensiones adicionales al sistema financiero internacional, especialmente al aumentar los pagos de deuda denominados en dólares que enfrentan otras economías con situaciones financieras más frágiles.

Sin embargo, las consecuencias más inmediatas de estas altas tasas de interés podrían observarse dentro de la propia economía estadounidense y, por lo tanto, al ser esta la que marca la pauta a nivel global, también en el resto de las economías del mundo.

Muchas empresas de Estados Unidos ya empiezan a sentir la presión que traen las tasas altas a la deuda corporativa, lo cual eventualmente podría llevar a refinanciamientos o incluso a quiebras. Adicionalmente, en este momento más latente, las tasas de interés hipotecarias de casi doble dígito han congelado gran parte del mercado inmobiliario de este país, afectando también a decenas de sectores que dependen del buen rendimiento del sector constructor. Los problemas que las tasas altas expusieron en el sistema bancario de Estados Unidos, que llevaron a la quiebra de Silicon Valley Bank o First Republic en 2023, todavía acechan, con muchos actores del sistema financiero preocupándose por la salud de sus balances en caso de que las tasas de interés cercanas al 5% sean la nueva realidad. A pesar de todo lo anterior, la economía sigue creciendo, las empresas muestran resultados sólidos y la bolsa alcanza nuevos máximos. Sin embargo, ¿podrán seguir soportándolo durante todo el año?

Por otro lado, la alta y rápidamente creciente deuda gubernamental de Estados Unidos también está volviéndose mucho más costosa de servir: el rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años sigue ubicándose alrededor del 5%, cifras con las que este país no lidiaba hace décadas. ¿Cuánto tiempo más podrá Estados Unidos aguantar esta presión sobre su presupuesto?

El Banco de la República, con total certeza, se está planteando estas mismas preguntas. Y ante la incertidumbre, lo que seguramente seguirá teniendo es precaución. Al igual que está ocurriendo en Estados Unidos, en Colombia nos debemos empezar a preguntar si nos deberíamos también acostumbrar a las consecuencias que tendrán en la economía unas tasas de interés altas en el mediano o incluso el largo plazo.

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