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El fracaso colectivo que nos incumbe

Sin embargo, hay esperanza. El Acuerdo de París ayudó a movilizar el mundo y a impulsar las energías renovables. Sin él, la situación climática del planeta sería peor.

hace 2 horas
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  • El fracaso colectivo que nos incumbe

El futuro climático del planeta no pasa por su mejor momento. En plena reunión de la Cop30 que se celebra este año en Brasil, la expectativa sobre los objetivos que se pactaron hace diez años en el Acuerdo de París es tan baja, que los organizadores se contentan con que se mantenga viva la cooperación internacional. Pero el negacionismo aumenta, los países ricos van perdiendo su entusiasmo y varios donantes privados han decidido dirigir sus recursos hacia otras necesidades apremiantes.

Se veía venir. Mucho antes de que se inaugurara la reunión de la Cop30 en Belém, que empezó el 10 y terminará el 21 de noviembre, el panorama era bastante sombrío. Con Donald Trump defendiendo la industria petrolera y negando el cambio climático, ya las cosas estaban lo suficientemente confusas. Pero el golpe letal lo ha dado Bill Gates anunciando a finales de octubre que dará un giro radical en su política de donaciones. Lo hizo a través de un documento en el que dice que quiere acabar con esa “visión apocalíptica” del cambio climático que se ha tenido hasta ahora.

Gates, el mismo que hace cuatro años publicó un libro bastante dramático titulado Cómo evitar un desastre climático, dice ahora que la humanidad no va a desaparecer a causa de estos cambios. “Aunque el cambio climático tiene consecuencias serias, en particular para la gente en los países más pobres, esto no conducirá a la desaparición de la humanidad”, por lo tanto, piensa redirigir todos esos recursos a las personas que sufren hambre y pobreza.

Hasta el momento, Gates había utilizado buena parte de su fortuna, que alcanza los 122.000 millones de dólares, en alertar sobre el calentamiento global y explorar posibles soluciones, pero ahora da un giro y se alinea con Trump. Y a diferencia de otros años, esta vez decidió no asistir a la Cumbre, como tampoco lo ha hecho el presidente de Estados Unidos o el de China, países que son los mayores emisores de gases de efecto invernadero seguidos de India y la Unión Europea. En plena era del realismo climático, no se entienden estas decisiones sin sospechar que hay otros intereses de por medio que incluyen evitar que se supriman las exenciones fiscales de las fundaciones de Gates.

Pero por más que se niegue, la realidad sigue siendo la misma. La ONU ha dicho que es inevitable que el calentamiento del planeta este siglo supere los 1,5 grados centígrados con respecto a la era preindustrial. Y si todo sigue igual, los científicos aseguran que se llegará a un calentamiento de 2,8 grados, casi el doble de lo previsto. No es que se vaya a extinguir la humanidad, pero sí sabemos que el sufrimiento aumenta con cada décima de grado de calentamiento.

Muchos seguirán viviendo y prosperando, pero el sufrimiento aumentará con cada décima de grado de calentamiento. El mundo de la ciencia ha estudiado lo suficiente para demostrar con pruebas que habrá efectos imprevisibles para los ecosistemas y para la vida humana, tales como olas de calor, sequías, incendios, inundaciones, grandes tormentas, subidas del nivel del mar, reducción de la biodiversidad, nuevas enfermedades y pandemias. Mucho de lo que ya estamos sufriendo. Y como de costumbre, quienes tienen menos recursos sentirán el golpe más fuerte.

Sin embargo, siempre hay espacio para la esperanza en medio del desalentador panorama. El Acuerdo de París ayudó a movilizar el mundo y a impulsar las energías renovables hasta un nivel que antes ni se imaginaba. Sin él, la situación climática del planeta sería peor. Y aunque los países ricos han perdido fuelle en esta lucha, China está avanzando en la producción y el uso de equipos de energía limpia desde hace años. Aunque ese país es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, también es el más grande productor y consumidor de energías de bajo carbono. Los chinos han encontrado soluciones que pueden servir a todos, como por ejemplo paneles solares más económicos que compiten con la energía fósil y que están ahora en todas partes.

Y si otros países ricos no están tan interesados en actuar ya, ojalá por lo menos esta cumbre de la Cop30 sirva para que se establezca un compromiso serio respecto a los fondos que van a requerir los países pobres para hacerle frente al impacto del cambio climático. Al menos dos de los objetivos centrales de la nueva ronda de negociaciones auspiciada por Naciones Unidas son mejorar los planes de adaptación al cambio climático que presentan los países e identificar fuentes de financiación adicionales para mitigar y reparar los efectos del calentamiento.

La prioridad de la conferencia de Belém (Brasil) es defender a los más vulnerables frente a los embates de un clima extremo. Ojalá se cumpla ese objetivo a pesar del negacionismo que todo lo invade.

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