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El modelo de Estados Unidos

Desde finales de 2019 hasta el cierre de 2023, la economía estadounidense creció alrededor de un 8% en términos reales. En contraste, la zona euro solo ha crecido un 3%, Japón apenas un 1%, y Reino Unido no ha crecido en absoluto.

14 de octubre de 2024
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  • El modelo de Estados Unidos

Donald Trump está a sólo veinte días de someterse a las urnas para ver si gana de nuevo la Presidencia de Estados Unidos. Y en calidad de candidato, estuvo hace un mes en un bar de criptomonedas y allí sentenció: “La economía está muy mal”.

La escena sirve solo como abrebocas para decir que en Estados Unidos parece estar pasando todo lo contrario de la sentencia de Trump. Y les da la razón a los contradictores del candidato republicano cuando dicen que no tiene ningún pudor en hablar mal del país con tal de ganar el poder.

La economía de Estados Unidos, al analizar detenidamente las cifras, parece estar mejor que nunca. Pese a los desafíos heredados de la pandemia y a los líos creados en las cadenas de suministro globales, la economía estadounidense sigue mostrando porcentajes sólidos de empleo, una inflación que ha logrado estabilizarse y un crecimiento sostenido en los salarios. Y sobre todo, ha ratificado su liderazgo indiscutible en innovación, reflejado en su papel como anfitrión de la mayoría de las empresas que están encabezando la nueva era de desarrollo en Inteligencia Artificial.

Tanto la productividad de sus trabajadores como el valor de sus empresas listadas en bolsa han mostrado un desempeño extraordinario, superando ampliamente a otras economías desarrolladas y emergentes.

El empleo en Estados Unidos se encuentra en uno de sus momentos más fulgurantes. La tasa de ocupación para personas entre 25 y 54 años ha alcanzado el 80,9%, la segunda más alta en la historia del país, solo superada por la cifra registrada en el 2000. Con una tasa de desempleo del 4,1%, el mercado laboral ha demostrado mantenerse dinámico y robusto.

Este crecimiento del empleo ha sido impulsado especialmente por el sector privado: la proporción de empleo en el sector público es menor que la de 2019, reafirmando la capacidad de adaptación de las empresas estadounidenses a pesar del récord de quiebras por las medidas para contener el covid-19.

Uno de los indicadores más criticados a la economía de Estados Unidos ha sido el de la inflación, que en 2022 alcanzó niveles no vistos desde el siglo pasado. Sin embargo, tras varios ciclos de aumentos en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, la inflación ha vuelto a su objetivo, situándose alrededor del 2%, una cifra muy distinta a la de Colombia, donde algunos celebran con una inflación cercana al 6%. Lo más destacable es que este control de la inflación en Estados Unidos se logró sin provocar una recesión, alcanzando el tan deseado “aterrizaje suave”.

De hecho, al compararlo con otras economías avanzadas, Estados Unidos sobresale como un outlier (atípico) en términos de crecimiento económico. Desde finales de 2019 hasta el cierre de 2023, la economía estadounidense creció alrededor de un 8% en términos reales. En contraste, la zona euro solo ha crecido un 3%, Japón apenas un 1%, y Reino Unido no ha crecido en absoluto.

Incluso China, cuyo crecimiento vertiginoso en la década pasada hizo pensar que pronto igualaría el tamaño de la economía estadounidense, no solo ha visto desacelerar su crecimiento, sino que también se predice que no alcanzará a Estados Unidos en un futuro cercano.

Este crecimiento reciente ha beneficiado a toda la población estadounidense, no solo al 1% más rico. En particular, el aumento salarial ha favorecido de manera significativa a los trabajadores de menores ingresos: los incrementos en el cuartil inferior han superado el promedio, lo que ha permitido que los salarios reales de los sectores más desfavorecidos del país experimenten las mayores ganancias en poder adquisitivo en los últimos años.

De igual manera, la productividad del trabajo de los Estados Unidos sigue fortaleciéndose: en lo que va de esta década, el Producto Interno Bruto (PIB) producido por hora trabajada ha crecido por encima de los niveles vistos en la década pasada, acercándose a los que se vieron durante la revolución informática de principios de siglo.

No obstante, no todo es perfecto. El aumento de la deuda y el déficit fiscal es un tema que, aunque muchos políticos del Partido Demócrata y Republicano prefieren no abordar, pronto demandará atención. A pesar de la desaceleración de la inflación y el crecimiento sostenido del empleo, el déficit fiscal proyectado para 2024 es de 1,9 billones de dólares, aproximadamente un 6,5% del PIB, una cifra que en circunstancias normales sólo estaría justificada en tiempos de recesión o conflicto bélico.

A largo plazo, este nivel de déficit podría limitar el margen de acción del gobierno federal, que sigue asumiendo cada vez más funciones. Con un déficit de esta magnitud, la capacidad del gobierno para continuar financiando programas esenciales podría verse comprometida, lo que plantearía la necesidad de recortes presupuestarios o aumentos de impuestos.

El mundo sigue presenciando la era de hegemonía de los Estados Unidos. Los que piensen lo contrario, están pensando con el deseo. Y ese no es un tema menor: esta sería una prueba de que un sistema político fundado en la democracia, en la razón y en la ilustración, y un sistema económico capitalista, en donde prima la libertad responsable y la competencia, sigue siendo la mejor fórmula para generar bienestar y progreso a grupos más grandes de la población.

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