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Comenzó el nuevo gobierno departamental de Aníbal Gaviria y su equipo. Elegido de nuevo el pasado mes de octubre por más de 830 mil antioqueños, para la alta responsabilidad que ya había ocupado, el gobernador Gaviria llega con la fortaleza de un mandato ciudadano claro, y la experiencia administrativa acumulada en años de servicio público (la propia Gobernación, la Alcaldía de Medellín), con lo cual se podrán evitar sobresaltos de un proceso de aprendizaje, que ya en su caso se surtió.
También llega con el activo de no generar polarizaciones invencibles. De hecho, la parte inicial de su discurso de posesión hizo oportunas reflexiones sobre los nuevos retos y formas de entender la política en una época en el que las más graves formas de violencia (guerrilla, paramilitarismo) deberían ya quedar atrás.
El gobernador entrante se rodeó de un equipo de su confianza, casi todos ellos provenientes de sus gabinetes de la Alcaldía y del primer mandato como gobernador. Será crucial que, junto con un gabinete capacitado, activo y transparente, el gobernador Gaviria apueste por asegurar que haya, por fin, una Contraloría de Antioquia que cumpla sus funciones. El gobernador no nombra al jefe del ente de control, pero sí tiene poder orientador sobre quienes lo eligen.
Hay unas líneas maestras esbozadas en el discurso del pasado miércoles, entre las cuales destaca una preocupación sobre las cifras de inequidad social en el departamento, así como de los desequilibrios aun existentes entre el campo y la ciudad. “Es inmoral seguir postergando el combate a la desigualdad, causa subyacente de la violencia”.
También quiere el gobernador dar continuidad a programas como la Universidad Virtual, todavía incipiente, y recuperar los Parques Educativos. Es inteligente y políticamente responsable no dar carpetazo a iniciativas de beneficio social solo por el hecho de haber sido ideadas por otros gobernantes.
En el capítulo de asuntos por reconducir suena esperanzador recuperar la misión de Viva, para el fomento de la construcción de ecoviviendas integradas en entornos sostenibles, que permitan a sus moradores una vida con dignidad.
También apuesta Gaviria Correa por fortalecer, ampliar cobertura y mejorar los servicios de Savia Salud, así como por superar la crisis de Hidroituango y culminar su construcción. Aquí prometió actuar de consuno con el nuevo alcalde de Medellín.
Muy importante también la promesa de “ejercicios permanentes de rendición de cuentas”. Además de ser lo democráticamente exigible, indica una disposición a atender las observaciones y las críticas que se hagan a su gestión, no tomándolas como ataques personales sino como derecho ciudadano.
Y un punto importante, que si bien no fue mencionado en el discurso de posesión, sí fue advertido de forma muy clara por su comité de empalme: deberá haber un informe del estado en que encontró el departamento y sus dependencias. No es caprichoso “espejo retrovisor”, ni pugnacidad política con su antecesor. Es una garantía para los ciudadanos, no solo para quienes votaron por su propuesta electoral, y una forma de delimitar -legítimamente- sus responsabilidades. Es un gesto de transparencia que todo gobernante debe hacer, máxime cuando en su posesión hizo un vehemente llamado a una gestión transparente y de cara a las comunidades.