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España vuelve y

vira a la derecha

Los socialistas a duras penas lograron resistir y tal vez estas sorpresivas elecciones adelantadas sean la única forma de impedir la caída al abismo.

02 de junio de 2023
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Si algo se puede decir de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas que acaban de producirse en España, es que los ciudadanos salieron a votar de manera masiva en contra del actual gobernante, el socialista Pedro Sánchez, en el poder desde hace cinco años. El partido socialista español y los movimientos de izquierda que lo acompañan, varios de ellos radicales, recibieron un duro golpe que los dejó descolocados. Y la reacción inmediata de su presidente, al ver la debacle que se le venía, fue convocar de manera precipitada unas nuevas elecciones generales, anticipándolas para julio.

Hasta 2015, y luego del apabullante triunfo del partido socialista en 1982, España ha estado gobernada por dos grandes partidos, el Partido Popular (PP), que se inclina hacia la derecha, y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que conecta con la izquierda. Ambos se turnaron el poder, ya fuera con mayoría absoluta en el Parlamento, o con alianzas con otros partidos menos representativos pero necesarios para poder tener mayoría legislativa.

Un detalle importante para entender lo que ocurrió es que las elecciones españolas se celebran normalmente cada cuatro años, pero pueden convocarse también de forma anticipada. Esta es potestad del presidente del Gobierno en cualquier momento, siempre que haya pasado al menos un año desde las anteriores y no esté en marcha una moción de censura.

No habían pasado 12 horas después de terminar las elecciones autonómicas y municipales el domingo pasado, en las que el PP les propinó una paliza a los socialistas y a sus socios del partido Podemos, de izquierda radical, cuando Pedro Sánchez anunció el adelanto de las generales para el próximo 23 de julio. Lo hizo, dijo, para “clarificar” si el Gobierno conserva la mayoría social o si este apoyo ha desaparecido.

La pregunta que muchos se hacen es si es audacia u oportunismo de su parte, porque la decisión la tomó al calor de la derrota y entre un reducido grupo de personas que conforman su equipo más directo. Ni sus ministros, ni su propio partido o aquellos otros con los que hizo coalición imaginaban una jugada así.

Algunos han visto en ello los últimos estertores de un animal político herido que busca resarcirse de la derrota propinada por el PP y de la casi desintegración del resto de partidos de izquierda. Los socialistas a duras penas lograron resistir y tal vez estas sorpresivas elecciones adelantadas sean la única forma de impedir la caída al abismo.

Sánchez, según le dijo a su gabinete posteriormente, espera que España logre frenar la ola conservadora europea, pero lo tiene difícil porque el PP aumentó de forma exponencial su poder institucional y partidos más pequeños como Podemos y Ciudadanos (centro liberal) han confirmado su práctica desaparición.

La elección de la fecha de los comicios ha generado justificadas críticas. Será un domingo en pleno verano vacacional, que además es un largo puente festivo en varias comunidades autónomas. Eso puede desincentivar la participación de los ciudadanos en un país en el que la gente guarda sagradamente sus vacaciones para el periodo estival y busca protegerse del calor de las grandes urbes. Madrid es el máximo exponente en este sentido: durante los meses de julio y agosto se van de la ciudad un promedio de 5,11 millones de personas, mientras que llegan apenas 1,73 millones.

Lo que se espera, pues, es que se multiplique el incómodo y cada vez más cuestionado proceso del voto por correo. Muy seguramente habrá una abstención ciertamente inducida, pero nadie tiene la certeza sobre a quién puede perjudicar, si a la izquierda o a la derecha.

Si se da el giro que se prevé, a la luz del resultado de las elecciones del domingo que para muchos fueron una especie de plebiscito, España será otro de los países que vire hacia la derecha buscando encontrar soluciones a problemáticas comunes. Y la razón, según se escucha en las calles, tiene mucho que ver con un presidente que ha antepuesto un culto a la personalidad, la suya, y que se ha regodeado en toda clase de trucos, pactos contra natura y estrategias cuestionables (como haber pactado con el partido heredero de la banda terrorista ETA), muy en la línea de las descripciones de Maquiavelo, para sostenerse en el poder.

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