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La ECONOMÍA para el 2026

El 2025 termina con baja en el precio del dólar y en el desempleo, pero con una mayor inflación y un preocupante aumento en gastos y deuda pública.

15 de diciembre de 2025
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  • La ECONOMÍA para el 2026

A pocos días de que se termine el año, comienzan los balances sobre lo bueno, lo malo y lo feo de 2025. En materia económica se puede decir que el balance es agridulce. No fue un año tan malo como se esperaba, pero tampoco descolló frente a otros años cuando la economía crecía a ritmos más vigorosos y con indicadores más sólidos.

A pesar de que el Gobierno se está atribuyendo lo bueno –y no se responsabiliza de las malas decisiones– hay que decir que es poco o casi nada lo que tiene para mostrar de su cosecha para reactivar la economía o bajar el desempleo.

Por el contrario, lo bueno parece haber sido a sus espaldas. En estos más de tres años de gobierno, Petro ha castigado el aparato productivo, al sector privado y le ha puesto trabas a la inversión. Por ejemplo, anunció planes de reactivación que no puso en marcha, aumentó los impuestos castigando a los empresarios y a sectores como la minería que ya soportan una carga tributaria elevada, eliminó los subsidios de vivienda con lo cual golpeó a las familias de bajos ingresos y afectó el sector de la construcción, prohibió nuevos contratos de exploración de petróleo y gas con lo cual hizo tambalear al sector de hidrocarburos y aumentó las tarifas para los usuarios.

Si la economía este año crece entre 2,8% y 3% es gracias a las regiones que son las que están impulsando las mayores obras de infraestructura, como es el caso del metro de Bogotá, o los proyectos viales de Antioquia. También el consumo de los hogares se ha vuelto un motor importante producto de tres factores: el aumento de las remesas que envían los migrantes, que en 2025 podrían llegar a los 14.000 millones de dólares, casi tres veces las exportaciones de café y una cifra similar a las de hidrocarburos. Remesas que son la salvación económica para muchas familias, también comprueban el mayor éxodo de los colombianos en los últimos años: cerca de tres millones se han ido.

El café fue otro de los sectores que sacó la cara este año y ha permitido mayor consumo, con precios cercanos a los 4 dólares la libra en el mercado de Nueva York; se benefician directamente más de 500.000 familias cultivadoras del grano. El precio del oro también reportó niveles récord, lo que frenó una caída mayor en el sector minero que a septiembre de este año mostraba un retroceso del 5,7%.

Además, el comportamiento del dólar dio un respiro para los que están endeudados en esta moneda. En general todos los países del mundo fortalecieron su moneda frente a la de Estados Unidos por la incertidumbre que crea Donald Trump. El peso colombiano se revaluó 13% en lo corrido del año, al pasar de 4.409 pesos a comienzos del 2025 a cerca de 3.860 pesos actualmente.

El desempleo mostró un comportamiento positivo al llegar a 8,2%, la cifra más baja desde 2017. Sin embargo, ha aumentado la informalidad y está en niveles cercanos al 56%.

Entre los lunares se encuentra la tendencia alcista de la inflación. En lugar de bajar y acercarse a la meta del 3% fijada por el Banco de la República, la inflación se estancó y este año podría terminar un poco por encima del año pasado cuando llegó a 5,2%. Todo gracias a que el Banco de la República no cedió a las presiones de Petro para reducir las tasas de interés. Y en 2026 la inflación tampoco va a ceder si Petro se despide con un alto incremento en el salario mínimo. Con inflación alta, las tasas de interés podrían subir hasta el 10%.

Otro de los sectores al que no le fue bien este año fue al de la construcción, debido al golpe propinado por el Gobierno, que eliminó los subsidios para la compra de vivienda de interés social y prioritaria, afectando a cerca de 70.000 familias. Las exportaciones también tendrán un año mediocre y no superarán los 50.000 millones de dólares debido a las estrepitosas caídas de los productos minero-energéticos.

Pero sin duda, el mayor problema de este año, que heredará el próximo gobierno, son unas finanzas públicas descuadradas, con un déficit que llegaría al 7%, el mayor desde la pandemia, con gastos desbordados y una deuda pública que no para de crecer.

El 2025 termina con señales cruzadas en materia económica y con muchas expectativas sobre el 2026. Puede que la economía colombiana haya aguantado cuatro años de estrés populista, pero difícilmente aguantaría mucho más.

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