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¿Quién salva a Ecopetrol de los delirios de un mandatario que marchita la mayor empresa de Colombia? ¿Dónde están los organismos de control?
Cómo será de dramática la situación de Ecopetrol con las erráticas movidas del presidente Gustavo Petro, que hasta su poderoso sindicato, otrora gran promotor del mandatario, se sacudió y anunció que no está dispuesto a dejar que este gobierno lleve a la tumba a la petrolera estatal. “No vamos a ser los sepultureros de Ecopetrol”, fue la dramática expresión de César Loza, presidente de la Unión Sindical Obrera (USO).
Es toda una paradoja: estamos diciendo que la USO, uno de los principales aliados del presidente, podría desaparecer si se hace realidad el gran anhelo del mandatario que es acabar con la extracción de petróleo en Colombia. Sin petróleo no hay Ecopetrol, y sin Ecopetrol no hay empleo para los sindicalistas de la USO, ni hay USO.
Y es que Petro se ha empeñado en acabar con el negocio estratégico que tiene la petrolera con la Occidental Petroleum, Oxy, en la cuenca del Permian, en Estados Unidos. Esta ‘fábrica’ de petróleo, vía fracking, representa para Ecopetrol el 15% de toda su producción (con 115.000 barriles diarios en promedio) y alrededor del 10% de sus reservas. Si Petro acaba con este negocio, según se ha dicho, la acción de Ecopetrol puede caer 30% más.
Recordemos que hace poco menos de un año, debido a los buenos resultados del Permian, Ecopetrol iba a ampliar su participación con el Proyecto Oslo, pero Petro llamó la noche anterior al presidente de la petrolera, Ricardo Roa, y le exigió cancelar la firma del contrato. Esta maniobra provocó, en ese momento, la renuncia de dos miembros de la Junta, Alberto Zuleta y Juan José Echavarría.
Y ahora, Petro quiere acabar con toda la participación. El mandatario citó hace unos días a la Casa de Nariño a Roa y a los miembros de la junta directiva puestos por el gobierno, y les dio la orden perentoria de terminar dicho negocio. Y para acabar de ajustar, en la entrevista que dio el lunes dijo que el negocio era “chimbo”. Es decir, Petro se pasa por la faja el que era hasta hace poco el sólido gobierno corporativo de la empresa más grande del país, y cual emperador o dictador decidió que el máximo órgano de decisión de la petrolera le tiene que hacer caso.
¿Será por eso que también renunció hace poco Mónica de Greiff a la junta?
Esta es la más grave injerencia en la empresa y la mayor equivocación de Petro en materia energética. Para dimensionar el gravísimo daño que haría la junta directiva a Ecopetrol si acata esta orden hay que señalar que la cuenca del Permian es una de las mayores reservas de hidrocarburos del planeta localizada entre Nuevo México y Texas, en Estados Unidos. No sería descabellado pensar que se trata de un detrimento patrimonial.
Aprovechando este desarrollo, en julio de 2019, bajo la administración de Felipe Bayón, Ecopetrol anunció que entraba a la cuenca del Permian mediante una asociación con la Oxy, en un joint venture o alianza estratégica en el que la petrolera colombiana tendría una participación del 49% y la Oxy el 51%, para aumentar sus reservas y su producción. En este negocio Ecopetrol invirtió 1.500 millones de dólares.
Por eso, ante el despropósito de Petro la USO no aguantó más y advirtió que el mandatario estaba poniendo en riesgo la empresa y afectando la economía del país. Dijo que vender la participación de Ecopetrol en el Permian reduciría la producción en 15% y se perderían 190.000 millones de barriles, que equivalen al 10% de las reservas. Gracias a Ecopetrol, la nación ha recibido en los últimos 10 años más de 250 billones de pesos en dividendos, regalías e impuestos, es decir, el equivalente a cerca de 20 reformas tributarias. La USO dijo que el gobierno de Gustavo Petro ha recibido más de 130 billones de Ecopetrol y anunció manifestaciones y protestas en defensa de los trabajadores y de la estabilidad energética del país.
Petro quiere acabar la ‘iguana de los huevos de oro’ a la vista de todos los colombianos. ¿Cómo es posible que un presidente tome decisiones tan equivocadas, que perjudicarán al país sin que nadie haga nada? ¿Dónde están los organismos de control y el Congreso para frenar esta locura? El país no puede contemplar con los brazos cruzados el marchitamiento de una empresa que tiene una historia de más de 70 años, que ha sido el sustento económico y social de las regiones productoras y que genera miles de empleos directos e indirectos.
La junta directiva de Ecopetrol y su presidente Ricardo Roa quedan notificados. No pueden echar por la borda un multimillonario negocio porque le tienen miedo a Petro o para mantenerse en sus cargos. El detrimento patrimonial se paga caro y el país les cobrará la falta de firmeza para detener a un mandatario cegado por la ideología..