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Fue dramático: Danna Balentina Méndez Ortiz, de 16 años, murió sobre el asfalto en medio del esfuerzo ya inútil de sus padres por reanimarla, y quienes la acompañaban a entrenar en su bicicleta por las vías de Boyacá, el domingo pasado. Ella se convirtió en otra víctima de un problema en expansión: los accidentes que involucran a usuarios de este medio de transporte, los cuales han aumentado este año un 31 %.
Las ciudades con mayor número de incidentes y letalidad para los ciclistas, de enero de 2016 a la fecha, son, en su orden, Bogotá, Cali y Medellín. ¿Qué está pasando? El creciente uso de las “bicis”, la estrechez de las calles y carreteras del país y las faltas a las normas de tránsito por parte de quienes conducen automotores, y también de algunos ciclistas, abren un escenario que exige mayor conciencia y campañas entre actores viales.
Hay que empezar por advertir que los sujetos más vulnerables y desprotegidos en el sistema de movilidad son los ciclistas y los peatones, por razones obvias. Por eso es prioritario respetarlos y cuidarlos.
Un primer paso en la tarea de salvaguardar vidas es que los vehículos estén en el retiro mínimo cuando pasan al lado de los ciclistas: 1,5 metros. Esa distancia funciona como norma en varios países y es acogida como “política pública”.
En el caso de Danna Méndez habría servido para que cuando ella cayó en su bicicleta, debido a un defecto en la vía, no hubiese quedado en la línea de avance del camión que finalmente la atropelló. Esa distancia, según los expertos, incluso debe ser de un ideal de dos metros.
Bogotá y Medellín, por ejemplo, son cada vez más territorios de ciclistas: a la capital se le publicita como ciudad para el turismo en bici y Medellín es hoy modelo de movilidad limpia y amigable con su programa público EnCicla.
Las aglomeraciones citadinas, con la conurbación en áreas metropolitanas donde el tráfico automotor además de contaminante es lento y caótico en horas pico, convierten las ciclas en opción de transporte: versátil por lo que aporta a la sostenibilidad del medio ambiente, a la salud y a la reducción de tiempos de viaje.
El sacrificio de una ciclista que también era deportista de alto rendimiento (competidora de ruta a nivel de Selección Colombia), abre numerosas reflexiones sobre la tarea gigantesca que tiene la Agencia Nacional de Seguridad Vial ante un asunto grueso de cultura ciudadana y perspectivas de los modelos de movilidad en el país en años venideros.
La solidaridad y duelo de Nairo Quintana, Superman López, Egan Bernal y Rigoberto Urán, tras la muerte de Danna, con el consecuente llamado a que se respete a los ciclistas, hablan de una cuestión que pasa por el cuidado de los corredores de élite, pero igual del ciudadano que usa su cicla para ir al trabajo o para otras tareas cotidianas.
En 2018 también fallecieron 428 ciclistas, según datos de Medicina Legal, y entre 2016 - 2018 resultaron heridos 1.478 biciusuarios más. Por eso el énfasis en que las autoridades de tránsito nacionales, departamentales y municipales sancionen a los conductores imprudentes que no respetan la distancia de 1,5 metros, y a los ciclistas que maniobran de manera irresponsable.
En una potencia ciclística como Colombia, es urgente la tarea de concientización. De avance en cultura vial. De respeto mutuo y convivencia entre ciudadanos. Y de garantías para derechos esenciales, entre ellos el de la vida.