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El país inicia hoy una nueva etapa en la lucha que está dando contra la crisis sanitaria y económica. Lo hace con la terrible sombra de un desempleo nacional cercano al 20 % en abril, que da una idea de las consecuencias de la detención súbita de la economía que se dio desde finales de marzo, acompañada del desplome en el precio del petróleo. La situación llevó a que el Banco de la República hiciera público un pronóstico de una reducción del PIB en el segundo trimestre que estaría entre 10 y 15 %. El confinamiento va quedando atrás, pero ahora quedan las quiebras y millones de colombianos afectados y, por ende, la necesidad de una reactivación con empleo y bioseguridad en la que debemos participar todos.
Es un hecho que la economía se está encendiendo paulatinamente. Aunque el confinamiento se amplió hasta finales de junio, desde hoy hay 43 actividades que están en producción y con esto la mayor parte de la economía está operando. Sin embargo, quedan por fuera la educación presencial en todos los niveles y una parte importante de los servicios que por la característica que tienen de congregar personas no disponen todavía una fecha definida para empezar a funcionar (restaurantes, hoteles, transporte, entretenimiento, entre otros).
La reactivación gradual se está dando al tiempo con un mayor crecimiento en los contagios y muertes causados por la enfermedad covid-19, y con un menor confinamiento. Habrá cada vez más personas en las calles y en ausencia de una vacuna y de inmunidad colectiva, muchas medidas sanitarias deberán permanecer. Se necesita que el Gobierno, empresarios y trabajadores actúen unidos para aplicar las medidas de bioseguridad, para cuidarnos entre todos.
El compromiso en la lucha contra la pandemia es esencial para que la economía se pueda relanzar en firme y no surjan complicaciones por una disparada de los contagios. Sería impensable un nuevo confinamiento general. Ni la sociedad ni la economía lo resistirían. Con el levantamiento del confinamiento se va a poder relanzar la economía, pero existe una gran incertidumbre, además del riesgo sanitario también se puede dar una reactivación demasiado lenta lastrada por la caída de la productividad y el aumento del desempleo.
Se requiere un plan de reactivación que tenga en cuenta las limitantes que tiene la economía. Por ahora está comenzando a reconstruirse la oferta con el retorno de cada vez más sectores y la mejor situación en el frente del petróleo, falta ahora darle un mayor impulso a la demanda. Hay elementos para lograrlo, ya que están en marcha la reducción de la tasa de política del emisor, el aseguramiento de una liquidez suficiente para que la economía opere sin tropiezos y se ofrezca crédito, la política de vivienda y la reactivación de las 4G.
Sin embargo, la mala noticia sigue siendo el consumo de los hogares. Su poder de compra está afectado por la reducción del ingreso por el desempleo. De otro lado, el consumo de quienes puedan tener un ahorro puede contenerse, con hogares atemorizados por la creciente incertidumbre. Fundamental que el gobierno nacional y los locales actúen con firmeza en la lucha contra el desempleo y el apoyo a los más frágiles. Indispensable una respuesta sincronizada para lograr la reactivación, aunque la nueva norma permite una respuesta descentralizada frente a la epidemia por parte de los gobiernos locales, esta no puede ser obstáculo a la reactivación.