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El cumplimiento del cronograma de las “Autopistas de la Prosperidad”, un proyecto de importancia nacional e internacional, de paso, el más ambicioso plan de transformación de la infraestructura vial del departamento, de ninguna manera puede aplazarse o convertirse en una frustración para el desarrollo regional.
El pasado fin de semana, un informe periodístico de EL COLOMBIANO sobre este particular, dejó en evidencia la incertidumbre por la falta de financiación ($1,66 billones) de cinco broches viales, básicos para conectar las autopistas, los atrasos en algunos frentes de trabajo y la falta de definición en otros tramos, que comprometen la entrega y funcionalidad, como un todo, del megaplán vial.
Las vías de Cuarta Generación (4G) ejecutan en el país 5.567 km en autopistas de dobles calzadas, 1.697 de ellos en Antioquia, con un costo regional de $10 billones.
Tal megaobra, en la que el Gobierno Nacional y la empresa privada han puesto todo su empeño, es imposible que se frene por falta de recursos para construir unos pasos, que sumados no pasan de 22 km.
El reportaje tiene como base un análisis del programa Infraestructura para la Competitividad de la Cámara de Comercio de Medellín y la Cámara Colombiana de la Infraestructura (CCI), instituciones que mantienen monitoreo permanente sobre el desarrollo de este megaplán de concesiones viales.
Crítico que una vez terminado el túnel del Toyo, con un costo de $1,8 billones, el más largo del país y Latinoamérica, y vanguardia en ingeniería y tecnología para este tipo de obras, este pueda quedar ocioso por años, debido a la falta de recursos para la ejecución de 19,4 km, que lo unirían con las doble calzadas Mar 1, (Medellín-Santa Fe de Antioquia) y Mar 2 (Cañasgordas-El Tigre).
El túnel es vital para acercar a la capital antioqueña, el centro, noroccidente y sur de Colombia con Urabá, que por influencia de las vías 4G y los puertos que allí avanzan se convertiría en una de las zonas de mayor expansión económica y social del país y centro de su comercio exterior. El recorrido por tierra entre Medellín y Turbo sería de solo 4,5 horas.
Además del Toyo, otro tramo que no admite demoras es la terminación del corredor del sur-Pacífico, el cual contempla las conexiones Pacífico 1, 2 y 3. Este exige inversiones cercanas al medio billón de pesos para resolver tres puntos críticos sin intervenir: intercambio vial Primavera, clave para agilizar la entrada y salida de Medellín; 3,3 km faltantes en doble calzada y el puente sobre el Cauca en Bolombolo. En esta es clave resolver el problema generado por el derrumbe de Sinifiná, que impactó la doble calzada y la antigua vía al Suroeste, con afectaciones a 350.000 personas y grandes pérdidas por sobrecostos en transporte.
También hay dificultades en la terminación del ramal de las 4G que llevan de Medellín al río Magdalena, el Nordeste lejano y desde allí a Caucasia. Los tiempos de entrega de estas obras no coinciden, como lo advierten la Cámara de Comercio y la CCI.
Dejar baches entre obras o no cumplir con los tiempos de entrega genera toda suerte de inconvenientes, entre otros, perder el tiempo que se gana en una gran autopista metidos en embudos viales de un solo carril, trochas o dejando, como monumentos, obras impresionantes como el Toyo, para cuando se pueda usar.
La capacidad de liderazgo y gestión del presidente Iván Duque, un convencido y defensor del megaproyecto, y la dirigencia pública y privada del departamento son fundamentales para que este enorme esfuerzo nacional sea realidad. Hay alternativas, el gobierno central ha explorado algunas. Deben ponerse en marcha. Las autopistas, en plena marcha, deben ser una realidad.