Las cifras son disímiles según quien las suministre, pero la realidad de fondo es macabra: hay una racha de asesinatos de líderes sociales y dirigentes de movimientos de izquierda.
La oficina de la ONU en Colombia ha hecho varias advertencias. Se convocan “consejos de seguridad” y “mesas de trabajo” con el Gobierno. Antes de 2010, se culpaba directamente, por acción u omisión, al gobierno de turno. El actual tiene la suerte de contar con presunción de buena fe, pero eso no le debería permitir que mire pasar los crímenes como “hechos aislados”. Debe actuar con contundencia.