Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
La obra de Fernando Botero, en toda su trayectoria, es la de un riguroso, apasionado estudioso de la historia de la pintura, sobre todo la del Renacimiento. Ahí aprende su oficio. Siempre ha tenido presente el humor como determinador de su temática. Un humor muy raizal, en esas escenas de burdeles y gente borracha, en la manera como “des-solemniza” las grandes figuras de la historia de la misma pintura. Y así va construyendo un mundo plástico extraordinario. Con El Circo puede verse cómo rescata ese humor.
Que en un momento determinado se repita, o pierda fuerza, eso es lógico en cualquier artista. Es imposible que Picasso haya hecho una obra permanentemente con la misma altura y rigurosidad.
Hay algo muy destacable en Fernando Botero: nunca pierde el oficio. Es un gran dibujante. Rescata la acuarela con una dimensión extraordinaria, rescata la gran pintura al óleo. Y ese gran oficio salva al verdadero artista.
La deformación expresiva de un personaje lo ha hecho Goya. Eso es algo característico de muchos creadores. No es que Botero infle las figuras, ni las engorde. Las convierte en volumen como valor expresivo, él es un gozoso de la pintura. Considera que deformándolas, en ese sentido, el valor de las figuras es más importante.