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El terrorismo y el odio sectario no tienen ninguna justificación para ninguna legislación divina o humana. Lo que realmente hizo grande a la civilización islámica en su era dorada durante m uchos siglos fue la práctica de dos pilares fundamentales: el amor a la sabiduría y el amor a la humanidad. Podemos o no estar de acuerdo con viñetas o caricaturas sobre cualquiera de los grandes maestros creadores de civilización como Mahoma, Jesús, Buda, Confucio, Bochica o Kulkulkan, pero existen valores absolutos e inviolables que no pueden ser relativizados como la vida, la libertad religiosa y de pensamiento; y la libertad de expresión (...).
El mundo islámico y el mundo occidental deben hacer frente a la doble intolerancia de sectores minoritarios que quieren vernos atrapados entre dos terribles opuestos: la islamofobia y la occidentofobia (...).
Los gobiernos (...) las universidades y los medios de comunicación deben defender a toda costa un Islam del pluralismo en el mundo occidental, el cual ha quedado replegado por el avance implacable, retardatario y medieval de una lectura sectaria y minoritaria que cuenta con excesivas fuentes de financiación para su difusión e implantación (....). Una máxima sublime al sagrado Corán nos anima a decir “Y cooperarás en la bondad y en la piedad” (5:2).