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Empresas Públicas de Medellín, EPM, llegó a sus 65 años con una crisis sin precedentes en su historia. Pero esta no se dio por la situación económica que afecta al mundo entero por causa de esta pandemia, sino por decisiones erróneas que quisieron voltearle el timón de tajo para darle otro rumbo.
Más grave que la contingencia de Hidroituango, es la crisis de gobernanza que está viviendo la organización más querida de los antioqueños.
Ya hoy no se trata de un problema técnico, que tiene que resolver la ingeniería, sino de la reconstrucción de la credibilidad y la confianza de un tejido empresarial que quedó roto, tras la decisión inconsulta de demandar a los posibles responsables de los problemas generados en Hidroituango, y de la renuncia de su junta directiva por ser ignorada, a pesar de los acuerdos del gobierno corporativo entre el Municipio de Medellín y EPM.
Se abre una discusión para estudiar con profundidad la difícil realidad financiera de la entidad, los pasivos y los negocios no rentables.
Las calificadoras de riesgo internacional vigilarán la gestión de EPM para que se restablezca el estricto cumplimiento de todos aquellos principios y protocolos empresariales que regulan el quehacer diario de la entidad y rigen la toma de decisiones.