¿Usted sabía que un perro fue la imagen de un billete de Colombia? ¿Conoce la historia de la arepa que se come todos los días? ¿Se imaginó que alguien vivió en el jardín botánico de Medellín? Todos estos datos los puede encontrar en grupos, páginas y cuentas de las redes sociales.
Por amor al arte
Una de estas iniciativas es Historia de Colombia, que tiene 19 mil seguidores en Twitter. Su creador es Juan Carlos Parra, un ingeniero de telecomunicaciones colombiano que vive en México hace más de diez años, y que en febrero de 2013 decidió abrir esta cuenta por la nostalgia que sentía al estar lejos de su país. Además porque vio que existían perfiles sobre la historia de otros países de Latinoamérica y de Colombia no.
El pasado 6 de noviembre, a través de @colombia_hist publicó más de 100 tuits relacionados con la toma del Palacio de Justicia, a propósito de los 30 años cumplidos desde que ocurrió este hecho. Con el hashtag #PalacioDeJusticia, Parra detalló durante todo el día lo que iba ocurriendo en esa fecha, a medida que pasaban las horas.
Por este trabajo recibó comentarios como este: “Quiero felicitar a @colombia_hist por su gran especial del holocausto, es una de las poquitas cuentas excelentes de Twitter Colombia”, por parte del seguidor @Mora_Juank , mientras que otros usuarios de esta red aportaron con fotos y datos.
¿Cómo hace una persona que no estudió historia y que tiene un trabajo con horario de oficina para hacer esto? “Mis ratos libres los dedico a investigar en bibliotecas virtuales acerca de un tema en particular y así preparo los tuits que programo. También saco tiempo para responder inquietudes y para agradecer siempre a los nuevos seguidores”, dice Parra.
Precisamente, lo más sorprendente para él ha sido la respuesta de la gente, no solo por la cantidad de seguidores sino por la colaboración, pues se ha encontrado con estudiantes de historia que le ayudan a precisar datos, lo corrigen y también lo felicitan por su labor, cuenta Parra.
Para Reinaldo Spitaletta, escritor, profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana y presidente del Centro de Historia de Bello, eso es muy importante en este tipo de iniciativas porque demuestra que la gente está interesada en conocer y construir un relato de su historia, aún cuando la mayoría han perdido la noción del pasado y no conocen los imaginarios que los anteceden, afirma.
Medellín necesita su historia
En 2008 nació el proyecto Fotos Antiguas de Medellín, a partir de la iniciativa de Roberto Pérez, restaurador de arte, a la que se sumaron Leonardo de Constantino y Fernando Pérez, entre otros “amigos virtuales” que se reunieron en Facebook para alimentar la página Fotografías Antiguas de Medellín que hoy cuenta con una comunidad de 75.800 seguidores, respaldada por un grupo público de 32.634 colaboradores que comparten fotos, identifican los lugares y personajes que allí aparecen, la época en la que fue tomada y su autor.
También utilizan material del archivo fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto.
Lo que resalta Leonardo de su experiencia como uno de sus administradores es que “a partir de la imagen, de la fotografía, la gente interactúa y construye el relato, algo que sería difícil en esta época si simplemente nos dedicamos a publicar escritos”.
Este proyecto está ad portas de convertirse en un grupo de “vigías del patrimonio visual”. Y ha sido el punto de partida para la aparición de la página Medellín EsCultural que cuenta la ciudad a partir del arte.
Las monedas hablan
La historia puede contarse desde cualquier punto de vista: desde la alimentación, desde la arquitectura, desde el vestuario, incluso desde las monedas y los billetes. Es el caso del proyecto Monedas de Colombia, en Twitter y en Facebook.
Allí Darío Gómez, estudiante santandereano de ingeniería electrónica, comparte su afición por la numismática y le da un enfoque histórico para que cualquier persona sepa un poco de la moneda colombiana.
Con 10 mil seguidores en ambas redes, Darío piensa que “la historia tiene éxito en las redes sociales porque es una manera fácil y directa de adquirir conocimiento sobre acontecimientos o cosas que le recuerdan algo a la gente, sin necesidad de recurrir a un libro o a otro medio”.
El historiador Román Darío Arroyave afirma que le parecen válidas este tipo de iniciativas porque “la historia no solo debe ser contada por la Academia; ésta también es narrada y contada por el común de la gente que es quien la vivido. Si alguien la distorsiona, la misma gente lo irá filtrando porque la historia es el relato con el que más personas se identifican. No una verdad absoluta”.