“Todos los días veo una vista hermosa, respiro aire fresco y siento que se me abren los pulmones”. Así describe Margarita Restrepo la sensación que tiene diariamente cuando lleva a su mascota al Parque de la Bailarina, ubicado en el barrio Astorga, cerca al Éxito de El Poblado. Este espacio natural es el primero de tres parques no tan populares que la Twittercrónica visitó en Medellín.
Un parque con memoria
Margarita, ama de casa de 59 años, señala que desde hace 10 años acude al parque porque le gusta la tranquilidad que respira mientras hace algunos ejercicios de estiramiento y, sobre todo, porque puede apreciar las guacamayas que a diario se posan en la parte alta de las ramas.
La serenidad reina ahora en el que hasta hace seis años era identificado como el parque Astorga, pero que cambió de nombre por un trágico suceso de la noche del 15 de junio de 2008, cuando una joven bailarina de ballet fue apuñalada por un desconocido en ese lugar. Un año después, el Concejo de Medellín decidió honrar su memoria bautizando el sitio “Parque de la Bailarina Isabel Cristina Restrepo Cárdenas”.
“Tus pasos blancos de seda te llevaron confiada por verdes senderos bañados de luna llena... Las blancas pisadas, manchadas quedaron”, firmado por Betty Cárdenas, está grabado en la placa conmemorativa en el centro del parque. Quien va al lugar, con hileras de árboles frondosos y plantas ornamentales verdes, amarillas y violetas, se cuestiona cómo pudo ocurrir un asesinato en un lugar que inspira tanta paz.
Disfrute en comunidad
El parque Diego Echavarría está ubicado en la calle 9B número 71 en Belén Las Playas. Omar Herrera de 37 años visita el sitio con su hija Amelia, de tres años, para disfrutar el área de recreación para los niños, con columpios y toboganes.
Pero también hay opciones para los adultos, están las máquinas para hacer ejercicios y hasta un espacio para la oración alrededor de un monumento a la Virgen.
“Hace un mes nos pusimos de acuerdo para instalar un inflable a nuestros niños y fue muy bueno para ellos”, relata.
Y aunque se queja porque al lugar le falta más iluminación y esto lo aprovechan “los viciosos”, dice que lo importante es no solo exigir a las autoridades que estén pendientes de su vigilancia, sino articularse para cuidar el entorno.
Lo mismo opina Carlos Franco, de 63 años. Es jubilado y dice que además de cuidar a sus nietos, ahora su otro oficio es ir a ese sitio y por iniciativa recoger vidrios, hojas secas y recortar el pasto.
Para llegar en “bici”
El parque Belén Malibú, entre la carrera 67 y 68 con la calle 32 C y E, es quizás anónimo para muchos por su ubicación. Aunque está a una calle de la Unidad Deportiva de Belén, las transversales y diagonales complican la llegada a quienes no viven en el sector.
Santiago Restrepo de 18 años, estudiante de negocios internacionales en la Universidad Pontificia Bolivariana, espera a que llegue su próxima clase en este lugar de árboles tupidos, bancas y columpios. Este parque cuenta con parqueaderos para bicicletas, ideal para los universitarios.
Desde la banca, Santiago destaca que en pocos parques puede sentirse tan seguro, refiriéndose a Leonel Cifuentes, quien vigila el espacio entre las 6 de la mañana y las 6 de la tarde, hora en la que es relevado por un compañero.
“La gente se siente segura al verme aún cuando solo tengo un bastón. A veces me piden que actúe cuando se acercan chicos con vicio. Pero si la policía no les dice nada, menos puedo hacer yo”, lamentó.
Aunque estos tres parques tienen aires diferentes, si en algo coinciden los ciudadanos que los frecuentan es que “el vicio” parece reinar en estos espacios, ante la mirada permisiva de las autoridades. Para ellos el clamor es el mismo: rescatar y hacer seguros estos entornos naturales que son alma y pulmón de la ciudad.