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¡Hasta la estratósfera llegaron los jóvenes de Rionegro!

Con la Misión Momotus de Cipsela y el Semillero Aeroespacial del municipio fue posible. Así lo hicieron.

  • ¡Hasta la estratósfera llegaron los jóvenes de Rionegro!
  • En esta foto, algunos de los miembros del equipo The condor al lado de las dos cápsulas. FOTO Donaldo Zuluaga Velilla
    En esta foto, algunos de los miembros del equipo The condor al lado de las dos cápsulas. FOTO Donaldo Zuluaga Velilla
01 de noviembre de 2021
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Es como una cebolla. Con capas, cinco, la atmósfera terrestre parece cubrir como un escudo el planeta entero. En la primera, la troposfera, se encuentra casi todo lo que los ojos pueden ver: nubes, la mayoría de las aves, arcoíris y demás fenómenos meteorológicos. La segunda, desde los 10 kilómetros hasta los 50, se llama estratósfera. Las demás son la mesosfera, termosfera y exosfera, respectivamente.

Hasta los 30 kilómetros de altura, la estratósfera, llegaron el viernes dos globos con cápsulas y experimentos que fueron creados por 26 jóvenes del Semillero Aeroespacial de Rionegro con ayuda de la Corporación Cipsela y con apoyo de, entre muchos, la Alcaldía de Rionegro.

Se trató de la Misión Momotus, primera del programa Aves (Aprender Volando a la Estratósfera), que fue liberada, ante los ojos expectantes de niños, jóvenes y adultos, el pasado viernes en Rionegro.

Los globos, llenos de helio, se alzaron en el cielo gris cargando las cápsulas que llevaban meses de trabajo de manos jóvenes pero expertas y que cargaban, además, muchos sueños e ilusiones.

“Hace cinco años, cuando comenzamos en el semillero, hacíamos cohetes de papel. Hoy estamos enviando un experimento nuestro a la estratósfera. Estoy emocionado, la gente verá que estamos haciendo cosas grandes”, dice Juan Pablo Ortíz, estudiante de Cipsela desde hace 5 años que ahora cursa el grado décimo de secundaria.

Un ave

Momotus es una especie de ave emblemática para Rionegro, tal como es emblemática esta misión aeroespacial, no solo por su alcance y su altura, sino por el trabajo colaborativo con niños y jóvenes.

Fueron ellos quienes, desde junio, y reuniéndose en las noches con sus instructores y docentes, diseñaron seis experimentos que acompañaron las cápsulas que diseñó y ensambló Cipsela.

De acuerdo con el coordinador académico de la Corporación, Mauricio Ruiz, se trató de un globo hecho de látex especial que se expande mucho, un paracaídas, reflectores de radar y cápsulas o góndolas que son la nave como tal y que contienen los experimentos, las antenas y demás herramientas. Algunas cosas fueron importadas y otras desarrolladas por Cipsela.

“El objetivo es que estos jóvenes tengan la posibilidad de llegar al espacio con cosas que han hecho ellos mismos. Queremos motivar e incentivar a los niños para que sigan interesados en la ciencia, la tecnología, las matemáticas y la ingeniería”, explicó a EL COLOMBIANO.

Tuvieron la oportunidad de preguntarse qué quisieran saber si pudieran llevar un experimento a la estratósfera, “y algunos se fueron por la biología, otros por las tecnologías, los que eligieron astronomía, magnetósfera y demás y el resultado fue seis experimentos (ver paréntesis abajo)”, añade.

No son profesionales

Para Ortiz su interés por los cohetes tiene más de cinco años pero cada día crece más. “Todo ha cambiado desde aquel día que lanzábamos cohetes de papel. Ya hemos visto cómo funcionan los cohetes, qué tienen, hemos aprendido sobre astros, ingeniería y diferentes áreas de la ciencia”. Todo esto, dice, sin ser profesionales aún, aunque pronto lo serán.

Sara Estefanía Dona, joven líder de uno de los experimentos, dice que quiere estudiar ingeniería aeroespacial una vez se gradúe del colegio. “A mí me fascina el espacio. No me imagino hacer otra cosa que no sea esto. Lo reafirmé cuando el Perseverance de la misión Mars 2021 llegó a Marte, lloré al verlo amartizar”.

Dice que pensar en el poder que tiene el ser humano no solo para irse de este planeta sino para, con esa misma ciencia, ayudar y revertir el cambio climático y los demás daños que ha ocasionado, es lo que la motiva. Por eso, le emociona que desarrollos e ideas suyas ya estén unos kilómetros más cerca del espacio.

Eso porque, como recuerda el coordinador Ruiz, desde la estratósfera “ya se ve el negro del universo” y, sobre todo, porque para ellos “se trata de aprender haciendo, no es solo tomar un libro, sino probar y experimentar”.

En esta foto, algunos de los miembros del equipo The condor al lado de las dos cápsulas. FOTO<b> Donaldo Zuluaga Velilla</b>
En esta foto, algunos de los miembros del equipo The condor al lado de las dos cápsulas. FOTO Donaldo Zuluaga Velilla

El día de la misión

El viernes el clima se hizo esperar. Tenían programado enviar los globos alrededor de las 9:00 a.m. pero esto solo ocurrió, a causa de lluvias y vastas nubes, pasadas las 12:00 del mediodía.

Lo primero fue preparar las cámaras, la telemetría y los sistemas de recuperación, posteriormente y con extremo cuidado los grandes globos se llenaron de helio y una vez flotaban, se instalaron las cápsulas. Verificaron que todo estuviera en orden y, por fin, después de horas de espera, fueron liberados.

No se trató de un lanzamiento. El término correcto es liberación. Lento, comenzaron a ascender y llegaron hasta los 30 kilómetros, la estratósfera, donde explotaron los globos y se liberaron las cápsulas (ver Paréntesis). “Estuvieron donde casi no hay atmósfera, casi en completo vacío, y después comenzó una caída libre que fue detenida, a menos altura, por paracaídas”, añade Ruiz. Desde entonces hubo un descenso controlado. Lo que aprendan una vez analicen los resultados servirá para futuras misiones, dice Dona. “La gravedad está en todas partes y es importante saber que a medida que uno sube, la gravedad se hace menor; que esto tiene diferentes implicaciones, y que se deben tener cálculos verídicos y responsables”.

Es, además, un gran paso para el desarrollo astronómico y aeroespacial no solo del municipio, sino de Antioquia y de todo el país y, finalmente, es un paso hacia la igualdad.

“Somos varias, entre cinco y seis mujeres, en este equipo en un área que, para nadie es un secreto, ha sido de hombres. Los sueños de todos son igual de válidos, independiente del género, y eso nos lo han demostrado y recalcado los profesores”.

Para este semillero, ni la edad ni el género ni ninguna otra diferencia son impedimentos para lograr cosas a grandes alturas y es posible que en un futuro lleguen al espacio.

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