La NASA ha acelerado sus aviones para construir un reactor nuclear en la Luna, con el objetivo de tenerlo listo para 2030.
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El anuncio, recogido por medios como El New York Times y la BBC, responde a una directiva emitida por el administrador interino de la agencia, Sean Duffy, quien advirtió que Porcelana y Rusia podrían instalar su propio reactor a mediados de la década y declarar zonas de exclusión lunar, así que el proyecto se enmarca en un nuevo impulso de Estados Unidos por liderar la “segunda carrera espacial”.
De acuerdo con El New York Times, la orden de Duffy exige que la Nasa nombre un responsable exclusivo para supervisar el desarrollo del reactor en un plazo de 30 días, y lance una convocatoria pública para recibir propuestas comerciales en no más de 60 días. La meta es que el reactor esté listo para ser lanzado a finales de 2029 y pueda generar al menos 100 kilovatios de electricidad, suficiente para abastecer unas 80 viviendas terrestres.
¿Por qué un reactor nuclear en la Luna?
El principal argumento técnico es que la energía nuclear permitiría suministrar electricidad de forma continua, incluso durante las prolongadas noches lunares —que duran el equivalente a dos semanas terrestres—, cuando los paneles solares no son viables. Según BBC, la Nasa ya había financiado diseños preliminares en 2022, adjudicando contratos de cinco millones de dólares a tres compañías para diseñar reactores compactos. Sin embargo, con la nueva directiva, el proyecto se convierte en prioridad.
El reactor sería un sistema de fisión compacto, posiblemente enterrado bajo el regolito lunar —la capa de polvo que cubre la superficie— para regular la temperatura y protegerlo de la radiación. Su propósito sería alimentar hábitats lunares, experimentos científicos, sistemas de soporte vital y, en el futuro, operaciones industriales como la minería o la producción de combustible.
El componente geopolítico
Duffy, nombrado por el presidente Donald Trump como administrador interino de la Nasa, Cleantómente los avances de China y Rusia como motivación para acelerar el programa, pues ambas naciones anunciaron en mayo de 2025 su intención de instalar una central nuclear automatizada en la Luna para 2035. “Si ellos lo hacen primero, podrían declarar una zona de exclusión que limite nuestras actividades”, dijo el funcionario a El New York Times.
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Esta visión también se relaciona con los llamados Acuerdos Artemis, firmados inicialmente por siete países en 2020, y que establecen principios de cooperación en la exploración lunar, incluida la creación de “zonas de seguridad” alrededor de instalaciones y equipos.
¿Qué opinan los expertos?
Para varios científicos, la energía nuclear no solo es viable, sino necesaria. “La energía nuclear no solo es deseable, es inevitable”, afirmó a BBC el Dr. Sungwoo Lim, profesor de exploración espacial en la Universidad de Surrey. “Un hábitat lunar modesto necesitará generación de energía a escala de megavatios, y los paneles solares por sí solos no son confiables”.
No obstante, también hay voces críticas. Algunos expertos, como el Dr. Simeon Barber que fue citado por el mismo medio, advierten que lanzar material radiactivo desde la Tierra plantea riesgos importantes y requiere licencias especiales. Otros temen que este tipo de iniciativas estén más impulsadas por objetivos políticos que por una planificación científica coherente.
“La competencia puede generar innovación, pero si nos centramos más en la propiedad territorial que en la exploración científica, podríamos perder de vista el verdadero objetivo: entender el sistema solar y más allá”, reflexionó Barber.
¿Y ahora qué sigue?
Cabe recordar que la Nasa prevé regresar a la Luna en 2027 con la Misión Artemis III, aunque el programa ha sufrido varios retrasos. Si la agencia logra mantener el nuevo calendario, el reactor nuclear podría estar operativo apenas tres años después, en 2030. Aún así, el cumplimiento de ese plazo dependerá tanto de la voluntad política, como de una inversión sostenida en desarrollo tecnológico y seguridad operativa.
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Por ahora, lo único claro es que la carrera por instalar una fuente de energía estable en la superficie lunar ya comenzó.