Desde 2010, gracias a una investigación de The Wall Street Journal, sabemos que la red social más grande del mundo vende la información de sus 2.200 millones de usuarios a terceros, y por eso el dato, aunque a muchos les siga pareciendo siniestro, no debería sorprender a nadie.
Lo que sí puede ser nuevo -y tiene temblando al mundo- es que firmas como Cambridge Analytica usen los datos que recopilan a través tests aparentemente inofensivos, difundidos por Facebook, para segmentar a la población por su perfil psicométrico y encontrar esa persona en la que determinada publicidad va a ser más efectiva. Lo hicieron con la campaña de Donald Trump el año pasado, y aunque es difícil saber qué tanto influyeron las redes sociales en la elección del presidente de los Estados Unidos, el hombre con cero experiencia en política que todas las encuestas daban por perdedor logró llegar a la Casa Blanca.
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Hoy, después de que Facebook aceptara haber vendido sus bases de datos y fueran reveladas las prácticas poco éticas de Cambridge Analytica -porque los usuarios van soltando sus datos creyendo que sólo los van a usar para contarles qué princesa de Disney son o en cuál casa de Hogwarts estarían-, muchos tenemos la misma pregunta: ¿qué diablos sabe Facebook de mí?
Según Facebook, los usuarios tienen a disposición la mayoría de sus datos con sólo iniciar sesión en la cuenta.
“Por ejemplo, tu biografía contiene las publicaciones que compartiste en Facebook junto con los comentarios y las demás interacciones de otras personas. Además, tus mensajes y tus conversaciones de chat se encuentran en tu bandeja de entrada, y las fotos y los videos que agregaste o en los que se te etiquetó, en las secciones correspondientes de tu biografía”, dice la red social en la pestaña Acceso a tus datos de Facebook del menú Configuraciones.
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Es decir, Facebook tiene almacenada toda la información que los usuarios ingresamos en la red social de manera voluntaria: desde la fecha de cumpleaños y el número de teléfono hasta los emoticones de diablitos que le mandamos al crush hace dos días. Todo eso, absolutamente todo.
La red social de Mark Zuckerberg también sabe cuántos “me gusta” damos a las páginas, a qué famosos seguimos y los eventos a los que queremos ir. No es casualidad que en su muro le aparezcan los tenis que tanto quiere pero que no se ha atrevido a comprar porque exceden un poquito su presupuesto, o que Facebook le sugiera dar clic a una revista virtual que parece como hecha para usted: esos datos sobre intereses específicos son los que vende la red social a las empresas que buscan segmentar la publicidad para llegar a determinado público.
Hasta ahí, los datos que tiene Facebook parecen responsabilidad exclusiva de los usuarios (si no quiere seguir entregando datos, pues no le de “me gusta” a nada ni suba fotos ni hable con sus amigos por el chat).
Sin embargo, por más pasivo que sea un usuario, la aplicación sigue recogiendo datos podrían parecer abusivos: cada vez que usted se conecta, Facebook sabe su ubicación exacta, el número de su IP y el tipo de dispositivo. Y si ya hay alguna foto con la cara suya en la red social, nada que hacer: un algoritmo guardó las coordenadas de su rostro y por eso es que sus amigos pueden etiquetarlo con un sólo clic.
¿Cree que estamos exagerando? Puede comprobar lo que Facebook sabe de usted en la pestaña General del menú Configuración. Al final hay un enlace que dice Descarga una copia de tu información. Haciendo clic ahí puede solicitar todos los archivos que la red social guarda en su cuenta, desde el mismo momento en que fue creada. Le enviarán una carpeta comprimida a su correo electrónico.