Imagine poder descargar una película en 4K (alta resolución, parecida a la que se ve en el cine) en 25 segundos. Esa velocidad es solo una de las promesas que hace la tecnología de conexión 5G: dice que será 10 veces más rápida que la 4G, usada por la mayoría en la actualidad. También quiere bajar la latencia, es decir, desaparecer esos segundos, y a veces minutos, esperando a que algo cargue; y que el problema de que muchas personas se conecten al mismo tiempo desaparezca.
Para lograrlo, 5G propone comunicar las antenas y los equipos usando ondas milimétricas, que tienen mayor frecuencia y por lo tanto llevan la información más rápido, explica Valentín Restrepo, ingeniero electrónico y docente de microelectrónica de la Universidad Pontificia Bolivariana. Restrepo cuenta que esas ondas no alcanzan tanta distancia como las de baja o media frecuencia. Entonces para que en el país haya un Internet así de veloz habría que poner antenas que estén más cerca entre sí y hacer una gran inversión en infraestructura.
“Algo así como 15 a 20 antenas por kilómetro cuadrado en entornos urbanos muy poblados, frente a las dos a cinco actuales”, aclara un informe de la consultora global McKinsey & Company publicado en 2018 sobre las redes de quinta generación.
Las antenas de las redes 5G no lucen como esos discos gigantes pegados a torres o los rectangulares que parecen un gran parlante, sino que son más pequeñas y cuadradas. En los países que más se ven son Estados Unidos, China, Corea del Sur y Australia, según la GSMA, una asociación de operadores móviles a nivel global.
Las ondas de energía conviviendo entre los seres humanos, aunque suene a clase de física, están mucho antes de que los celulares se pusieran de moda. Los radios que no faltaban en las casas y los televisores se comunicaban así, con ondas electromagnéticas que salen de las antenas, solo que eran de menor frecuencia. También se reciben en la luz del sol e incluso de algunos elementos que naturalmente son radiactivos, como el banano, según datos de 2017 de la Comisión de Regulación Nuclear de EE. UU. (USNRC).
Sus efectos pueden ir desde lo útil, como en las comunicaciones y las radiografías, hasta lo miedoso, como en la radiación que se ve en la serie de HBO Chernóbil. Para entender el potencial efecto que puede tener la radiación en la salud de los seres humanos es necesario revisar los tipos de ondas a los que se está expuesto y la frecuencia de estas.
¿Cuáles son los problemas?
Las ondas electromagnéticas que salen de los aparatos electrónicos y otros hacen parte del grupo de las no ionizantes, explica Restrepo. Esto quiere decir que no son capaces de generar cambios en estructuras atómicas. Del otro lado están las ionizantes, que sí pueden alterar moléculas y ahí se encuentran los rayos X, por ejemplo, y los rayos gamma, que se emiten cuando hay un accidente nuclear.
La Comisión Internacional sobre Protección contra las Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP) establece un límite de frecuencia que deben asegurar los operadores de telefonía. En el sitio web de la ICNIRP se confirma que tras 20 años de investigación, los límites internacionales siguen protegiendo a las personas (incluidos los niños) contra los peligros para la salud de la exposición a este tipo de ondas.
El documento más reciente sobre los campos electromagnéticos y salud pública hecho por la Organización Mundial de la Salud es de 2014. Ahí se afirma que los campos electromagnéticos producidos por los teléfonos móviles están clasificados por el Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer como posiblemente cancerígenos para los humanos; sin embargo, advierte, no se han establecido estudios concluyentes que comprueben que la exposición a esa radiación de baja frecuencia cause un daño celular. Hay otras consecuencias a corto plazo que se mencionan en el informe, como el aumento de temperatura en la piel y mayores problemas para quienes sufren de hipersensibilidad electromagnética y tienen síntomas severos de dolor de cabeza, fatiga, ansiedad y depresión.
La toxicóloga clínica Katerine Rosado aclara que no hay una base científica para relacionar los síntomas de la hipersensibilidad electromagnética con la exposición a estos campos. Sobre las ondas no ionizantes se han hecho numerosos estudios que concluyen que “aunque no deberíamos entrar en pánico, sí deberíamos ser cuidadosos porque hay unos posibles efectos en la salud” (ver Recomendaciones). Apunta que las compañías telefónicas deberían advertir a sus usuarios de esa posibilidad y ser más insistentes en socializar las recomendaciones frente al riesgo potencial.
Su visión es similar a la del toxicólogo clínico Ubier Gómez, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. En una conferencia sobre cómo la tecnología afecta la salud humana, realizada el pasado 3 de mayo, el investigador relató que cada vez hay más estudios en la base de datos PubMed (reconocida como una autoridad en el campo médico) que relacionan la exposición a ondas electromagnéticas con enfermedades como migraña, alzheimer, hipotiroidismo, entre otras. También habló de la tasa de absorción específica (SAR), que es una medida para evaluar la radiación que emiten los celulares. Está en vatio por kilogramos y la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos permite hasta 1,6 w/kg. “Cuando uno compra un celular mira si tiene buena cámara y memoria, y aunque debería, poco se fija en el SAR”, enfatizó Gómez.
Respecto a los efectos biológicos de las redes 5G, Rosado es enfática en que es muy prematuro afirmar una consecuencia definitiva. Los estudios preliminares, cita ella, muestran que el uso de ondas milimétricas aumentan la temperatura de la piel, podrían generar daños oculares y afectar la dinámica neuromuscular, “pero la respuesta depende de la susceptibilidad a las radiaciones de cada individuo”.
Gómez, por su parte, opina que no se trata de estar en contra de la tecnología, pero sí de sospechar de unos posibles problemas de salud debido a los crecientes estudios sobre los efectos de las ondas electromagnéticas. “De eso se conoce poco por los grandes intereses económicos”.
Las ventajas de la velocidad
El análisis de McKinsey & Company dice que el despliegue de las redes de quinta generación en los países liberará el potencial de los objetos conectados (Internet de las Cosas), creando trabajos, apoyando la telemedicina y activando la economía por la posibilidad de crear y transmitir videos en ultra alta definición e impulsar las investigaciones con realidad virtual.
Por su parte, Carlos Zenteno, presidente de Claro Colombia, asegura que “la adopción de 5G permitirá aumentar el alcance de servicios digitales en áreas como la salud, energía, transporte, comunicación, agricultura y ciudades inteligentes”. En 2018, Claro fue el primer operador en realizar demostraciones reales de 5G en Colombia, en una frecuencia de 28 gigahertz y con el aval de las autoridades nacionales.
Movistar, por ejemplo, instaló un nodo 5G conectado a una cámara que mide la temperatura corporal de las personas en la Secretaría de Salud de Bogotá. “La nueva generación de redes móviles abre grandes oportunidades para acelerar la transición hacia ciudades inteligentes, para que podamos realmente hablar de una sociedad donde datos y objetos se conectan con el objetivo de beneficiar a los ciudadanos”, señaló Fabián Hernández, presidente de Telefónica Movistar Colombia.
Sobre las preocupaciones de los efectos de las ondas milimétricas necesaria para el despliegue de esta tecnología, Marcelo Cataldo, presidente de Tigo-Une, dice que “con respecto al tema de salud no hay ningún reporte de la OMS que asevere que esta tecnología tenga algún desafío para la salud humana. El 5G todavía es incipiente en el mundo, no hay un estándar como sí lo hay en 4G, por ende todavía es bastante difícil dar un dictamen definitivo”.
Mientras la ciencia avanza en busca de investigaciones concluyentes y los operadores piden inversión de los gobiernos para acelerar el uso de esta tecnología, las opiniones se siguen encontrando. Mire los dos polos en cada columna y hágase la suya.