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Si a los perros los tratan como a niños son más felices

La ciencia y la experiencia de 30.000 años de vivir con los canes sostienen que estos entienden más y viven contentos cuando los tratan con ternura.

  • Los perros se conectan con el mundo, especialmente, por tres vías: auditiva, visual y olfativa. Por eso, la comunicación con ellos debe ser con palabras y gestos. FOTO sstock
    Los perros se conectan con el mundo, especialmente, por tres vías: auditiva, visual y olfativa. Por eso, la comunicación con ellos debe ser con palabras y gestos. FOTO sstock
24 de julio de 2018
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Hay quienes creen que los perros son hijos, unos más peludos y menos trabajosos. Tal vez lo sean, si bien no por haberlos procreado, sí por sentir por ellos un cariño profundo y protector, por ser integrantes de la familia.

Cuando los humanos están pequeños, los padres acostumbran hablarles con una entonación y un ritmo distintos, un tanto exagerados y lentos a los que usan con los adultos.

Igual hacen algunas personas cuando hablan con sus perros. Les dicen frases cortas y dulzonas, como si fueran recién nacidos.

No faltará quien ridiculice a los que así proceden, pero a estos, la ciencia y la experiencia parecen darles la razón.

Investigaciones de las últimas dos décadas, publicadas de manera repetida en meses recientes, indican que los perros entienden más cuando les hablan así, con ese “entonado acento”.

La revista Proceedings of the Royal Society B y la National Geographic, entre otras, han aludido al tema.

La psicóloga Juliane Kaminski, profesora de la Universidad de Portsmouth, publicó en El País, de España, en enero de 2017, una nota sobre ese estudio.

Sostiene que los perros “entienden la comunicación humana como ninguna otra especie”, incluso más que los primates. Y si se quiere amaestrar un cachorro con más posibilidades de que siga lo que decimos, es aconsejable hablarle como a los bebés, en lo que llama “lenguaje dirigido a los perros”.

“Cambiamos la estructura de las frases, acortándolas y simplificándolas”, tanto a niños como a perros, para que entiendan alguna idea o norma.

Andrés Valencia, etólogo y entrenador de perros de Happy Dog, de Medellín, confirma esta idea. Señala que él les habla “mimado” a los canes que entrena.

“Y me parece que se sienten más contentos y ponen más atención que cuando les hablo de manera llana o seria. Hay más conexión entre ellos y yo”.

Este experto contradice la creencia popular de que de este modo se “humanizan”. Tal vez se “antropomorfizan”, aclara, es decir, adopta formas de comportamiento humano, que incluyen las normas de conducta.

Añade que cuando él va por la calle con un can, le habla también como lo que es, como a un amigo. Por ejemplo, cuando este molesta a una persona que se fastidia por ello, Andrés le dice: “¡Eh, ave María, cómo es que usted hace esas cosas!”.

Explica que los perros entienden por tres vías: auditiva, visual y olfativa.

Cree que las palabras deben ser acompañadas por señales hechas con la mano o, incluso, con la cara, para que se refuercen.

Así como los premia por las acciones afortunadas, con felicitaciones expresadas con frases y con una golosina hecha especialmente para ellos, cuando pretende reiterarles una norma que ya les ha enseñado, pero que desobedecieron, hace contacto físico con ellos para hablarles.

“Toco al animal en el lomo o en la cabeza, lo miro con gesto fuerte y le digo despacio lo que deseo que aprenda”.

El entrenador levanta la mano cuando quiere que se levanten; la baja en caso contrario y sus amigos, con esas órdenes marcadas con la voz y las manos, entienden mejor.

También acude al recurso de chistearlos, es decir, de emitir un sonido sordo con la boca que suena algo así como chssst, que habitualmente se usa para hacer callar a alguien. En este caso es para llamarles la atención.

Jamás los golpea, ni con la mano ni con periódicos. Porque el secreto para que aprendan las normas es la repetición.

La voz de la experiencia

En la investigación mencionada pusieron a personas a grabar mensajes que después oirían los perros. Frases como: “¡Hola! ¡Hola, bonito! ¿Quién es un buen chico? ¡Ven aquí! ¡Muy bien! ¡Buen chico! ¡Eso es! ¡Ven aquí, cariño! ¡Buen chico!”. Pasó varias veces. Solo que a unas personas las ponían a hablar mirando fotos de perros y, a otras, que no miraran imagen alguna. Cuando los animales oyeron esas grabaciones reaccionaron más intensamente en el momento en el que los humanos habían mirado perros, que cuando no lo habían hecho.

Sin embargo, la psicóloga señaló que el estudio no comprobó el mismo efecto cuando se trataba de perros adultos. Solo que, precisó ella, otras investigaciones sí lo han registrado: que el lenguaje dirigido es útil para comunicarse con estos seres de cuatro patas.

Milena Pérez, del albergue Misión Garritas, de San Cristóbal, atiende a 200 animales, en compañía de su familia.

Tanto Milena como sus parientes son expresivos del afecto. Y les alcanza para esa cantidad de seres que saltan y ladran. Los besan y les hablan de esa manera melosa en que la gente suele hablarles a los niños pequeños.

“Les digo papito o bomboncito. A Pepe, le digo ‘Pepito pingüinito y otras cosas así, tiernas, que lo ponen alegre. A Simón, que lamentablemente murió, le decía ‘Monchito. Ellos hacen caras, agachan los ojitos...”.

A momento de regañarlos, Milena les habla en tono serio, fuerte y, claro, no quieren saber nada del asunto, y aprenden las normas para no vivir de nuevo esa experiencia desagradable

Como si no le bastara y sobrara con el trabajo que le genera su albergue —buscar patrocinadores de alimento concentrado; bañarlos, pasarles la mano por el lomo a diario, llevarlos al veterinario—, hace unos meses se ofreció a participar en una jornada de peluquería, en otro albergue.

“¡Parecían salvajes! Daban mucha lidia para motilarlos, mientras yo aquí, sola, soy capaz de motilar hasta 20 en una tarde, porque son confiados y se estiran bocabajo y bocarriba”. Está convencida de que esta circunstancia se debe al afecto que les brinda, que les transmite.

“Cuando se llevan alguno en adopción —revela— después me comentan que es un perrito dócil y cariñoso, porque es capaz de dar lo que ha recibido: amor”.

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