El estrés es la forma como el cerebro y el cuerpo responden ante distintos estímulos. En los animales no es diferente, pues cambios en su rutina, espacios o malos tratos los afectan.
Esto a menudo se confunde con una mala conducta o un asunto de personalidad. El peligro de no atender esta clase de problemas es que los animales pueden ver su salud afectada o que se tornen agresivos o indiferentes.
La hiperactividad, pérdida del pelo, jadeo constante, comportamiento miedoso, falta de atención, apatía, rigidez muscular, excesivo rascamiento y conductas o movimientos repetitivos son algunos de los síntomas que podrían indicar estrés en un perro. En el caso de los gatos, son los comportamientos compulsivos o agresivos, falta de apetito, usar uñas u orina para marcar su territorio y hacer sus necesidades fuera de su caja.
“Tenemos que conocer cuál es la conducta normal del perro y la del gato, ahí se identifican los cambios, que en cada uno serán diferentes, pero que ayudan a identificar si están estresados”, comenta Natalia Álvarez, médica veterinaria y etóloga clínica.
Los cambios repentinos en sus rutinas, horarios de alimentación o de paseo, les molesta y afecta. Eso mismo se aplica en las mudanzas o en las visitas al veterinario, así como en la llegada de un nuevo miembro a la familia, o la ausencia de uno, por abandono o muerte.
La socialización es otro factor importante, tanto con otros de su especie como con los humanos. Los perros, principalmente, son animales de manada, por lo que necesitan de ese acercamiento. Igualmente, es importante que tengan contacto con otras personas, para acostumbrarse a la presencia de extraños. La ausencia o exceso de juego afecta también su conducta, pues si bien necesitan ejercitarse, mucha exigencia los inquieta.
En el caso de los gatos, el uso de los punteros láser como alternativa de juego no se recomienda, puesto que son “presas” que no pueden atrapar y eso les genera frustración. Igualmente, no tener un descanso adecuado es motivo de ansiedad y puede provocar problemas de salud.
“La violencia verbal o física es también motivo de estrés. El animal no debe corregirse a golpes o gritos, sino de manera positiva, premiándolo cuando hace algo bien, eso está científicamente comprobado”, expresa Anthony Vielma, educador de Barking School Dog