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Volver a las oficinas es un asunto por trabajar

La Encuesta Polimétrica de la Universidad del Rosario y Cifras
y Conceptos realizada este mes, reveló que el 31 % de los encuestados prefiere trabajar totalmente presencial y solo 14 % quiere hacerlo virtual. Panorama.

  • Algunos empleados prefieren o se sienten más seguros trabajando en casa y ya han desarrollado dinámicas y horarios que les funcionan e incluye a sus familias. FOTO juan antonio sánchez
    Algunos empleados prefieren o se sienten más seguros trabajando en casa y ya han desarrollado dinámicas y horarios que les funcionan e incluye a sus familias.
    FOTO juan antonio sánchez
  • Para el regreso a las sedes de sus trabajadores, las empresas deben tener en cuenta la opinión de expertos y colaboradores, para no hacer un proceso acelerado. FOTO jaime pérez
    Para el regreso a las sedes de sus trabajadores, las empresas deben tener en cuenta la opinión de expertos y colaboradores, para no hacer un proceso acelerado. FOTO jaime pérez
  • Algunos empleados prefieren o se sienten más seguros trabajando en casa y ya han desarrollado dinámicas y horarios que les funcionan e incluye a sus familias. Foto: Juan Antonio Sánchez
    Algunos empleados prefieren o se sienten más seguros trabajando en casa y ya han desarrollado dinámicas y horarios que les funcionan e incluye a sus familias. Foto: Juan Antonio Sánchez
  • Los espacios deben ser ventilados y se deben promover modalidades mixtas. Foto: Jaime Pérez
    Los espacios deben ser ventilados y se deben promover modalidades mixtas. Foto: Jaime Pérez
03 de julio de 2021
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Los escritorios se vaciaron, las cafeterías y los restaurantes cerraron, los teléfonos y las impresoras dejaron de sonar, las conversaciones entre labores cesaron y la vida de las oficinas y el interior de las empresas se trasladó, en su mayoría, a los hogares de cada trabajador.

La pandemia causada por el coronavirus hizo que de repente, en un plazo de 15 días, las casas se volvieran oficinas y las videollamadas fueran las nuevas salas de reuniones.

Solo hasta hace poco, sin embargo, y gracias al conocimiento que se va adquiriendo sobre el virus y al desarrollo de los planes de vacunación, los empleadores están comenzando a implementar estrategias de retorno e invitando a que, poco a poco, vuelva la vida a las instalaciones físicas de las organizaciones.

Muchos están felices de volver. La Encuesta Polimétrica de la Universidad del Rosario y Cifras y Conceptos realizada este mes, con 1.115 colombianos mayores de 18 años, determinó que el 31 % de los encuestados prefiere trabajar totalmente presencial, mientras que solo 14 % quiere hacerlo completamente virtual.

Lo que la mayoría quiere es flexibilidad: posibilidad de elegir y un modelo híbrido, que fue preferido por el 55 % de los participantes, quienes apoyan la idea de ir algunos días a la empresa y otros, laborar desde casa.

Dentro de las cifras

Aunque los colombianos comenzaban a adaptarse y a elaborar rutinas a partir del trabajo en los hogares, sorprende que entre todas las edades la preferencia de la modalidad virtual solo fluctuó entre 10 % y 21 %, según la encuesta.

En cambio, son más los que consideran beneficioso trabajar presencialmente y destacan que es positivo separar el espacio familiar del profesional (53 % lo creen), encontrarse con colegas, amigos y compañeros (50 %) y volver a la rutina (22 %).

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Por su parte, las 869 personas que no quisieran regresar por completo a la presencialidad tienen miedo a contagiarse (39 %), miedo al transporte público (30 %), falta de vacunación (30 %), costumbre de trabajar en el hogar (26 %) y el cuidado de niños o adultos mayores (15 %).

Aunque las cifras tienen una tendencia, los expertos en psicología y ciencias sociales indican que es apropiado mantener una visión flexible, que las empresas deben ser empáticas y adaptarse a la nueva realidad laboral.

Johnny Orejuela, coordinador de la Maestría en Psicología del Trabajo y las Organizaciones de la Universidad Eafit, cree que es importante resaltar que “los trabajadores tienen un cuerpo emocional, no son máquinas productivas que se pueden mover de aquí para allá. Son recursos humanos que se deben tratar como tal”.

Así, dice que regresar a las empresas requiere de un proceso cognitivo y adaptativo que toma tiempo, dependiendo del individuo, por lo que las compañías deben garantizar que todos se sientan cómodos emocional y psicológicamente, y seguros en cuanto al virus, sin obligarlos, “pues ellos tienen dinámicas, construyeron significados y sentidos que no se les puede simplemente arrebatar”.

Algunos empleados prefieren o se sienten más seguros trabajando en casa y ya han desarrollado dinámicas y horarios que les funcionan e incluye a sus familias. <b>Foto: Juan Antonio Sánchez</b>
Algunos empleados prefieren o se sienten más seguros trabajando en casa y ya han desarrollado dinámicas y horarios que les funcionan e incluye a sus familias. Foto: Juan Antonio Sánchez

Adaptarse o retroceder

Las personas son variadas. Están quienes le temen al virus y las que le temen más aún al confinamiento. El reto de las empresas es adaptarse y acompañar a sus empleados.

Orejuela explica que detrás de las cifras hay un cambio abrupto que obligó a muchos a aprender a trabajar en casa, pagando un costo emocional y cognitivo, además del económico, pues pocos sabían hacerlo. “Casi nadie estaba listo, así que fue improvisado e intempestivo y, sobre todo, obligatorio. Por eso, como no hubo opción de elegir, se justifica que no haya habido flexibilidad”.

Eventualmente, después de meses de ensayo y error, la sociedad comenzó a estabilizarse, “aprendimos a organizar el tiempo, la rutina, a manejar la tecnología, a hacer pactos familiares que nos permitieron superar la curva de aprendizaje y ser exitosos en esta modalidad virtual”, continúa.

Las personas llegaron, incluso, a advertir ventajas: menos tiempo en arreglarse y transportarse, más tiempo en familia, ahorraron dinero, invirtieron el tiempo restante en actividades como leer o hacer ejercicio, huyeron de jefes o compañeros persecutorios y demás.

Hubo todo un proceso que fue atropellado al inicio, pero que mejoró, por lo que no es adecuado para la salud mental y emocional volver a vivir esa experiencia, pero a la inversa: “Es justificable que haya sido intempestivo y urgente la primera, pero la adaptación otra vez y al contrario requerirá nuevamente un esfuerzo que se debe tener en cuenta”, dice Orejuela, quien agrega que el virus no se ha ido, así que las empresas deben comprender a aquellos que no quieren regresar. Entre muchas cosas “me toca volver a adaptarme, repensar la rutina con mi familia, ver quién me cuida al niño o al enfermo, desplazarme y exponerme al transporte público, comprar nueva ropa porque subí de peso, volver a preocuparme por los acosos laborales, por ejemplo”.

La inseguridad y el miedo también se perciben diferente, explica Orejuela. Están los que se sienten seguros con la vacuna y los que a pesar de ella temen al virus, los que temen por sus familias, los que viven solos o los que, por el contrario, carecen de la percepción del riesgo y no se cuidan.

En general, “a la gente hay que darle tiempo y no obligarla. Las compañías, por su parte, deben hacer un balance, entender las ventajas y desventajas de cada modelo, comprender y corregir sus limitaciones y negociar con los empleados que no necesitan estar completamente en las sedes para ser productivos. Sí es posible cuidar la productividad y a los empleados al mismo tiempo”.

Lo que no deben hacer las organizaciones, recomienda el experto, es retroceder y obligar a las personas a volver sin tenerlos en cuenta. En cambio, pueden pensar en invertir en tecnología más que en instalaciones físicas y ser conscientes de que “la pandemia aceleró la transición hacia una revolución tecnológica a partir de la cual el mundo dejará de ser igual.

Los espacios deben ser ventilados y se deben promover modalidades mixtas. <b>Foto: Jaime Pérez</b>
Los espacios deben ser ventilados y se deben promover modalidades mixtas. Foto: Jaime Pérez

¿Cómo volver a un espacio física y emocionalmente seguro?

La encuesta de la Universidad del Rosario indica también que los que están dispuestos a volver a la presencialidad, sea de forma definitiva o en modelos híbridos, quieren sentirse seguros y para ello, valoran que se garantice el cumplimiento estricto de los protocolos de bioseguridad (45 %), que el 70 % de la gente esté vacunada (33 %), que haya pruebas covid frecuentes en el personal (12 %) y que haya distanciamiento mínimo de dos metros dentro de las oficinas (12 %).

Orejuela agrega que, en el primer punto de los protocolos, estos deben tener dimensión humana y entender que “dado que el riesgo es verdadero, para algunos no bastará con lavado de manos, distanciamiento y uso de tapabocas para sentirse seguros. Estas normas, por lo tanto, deberían preparar a los líderes para ser sensibles y lidiar con la diferencia pues, como todo cambio, tendrá resistencias y críticas”.

Los protocolos deben tener, además, un componente de acompañamiento psicológico y emocional, con reuniones semanales que permitan entender cómo se sienten todas las partes, manteniendo canales de comunicación abiertos y activos. Yéssica Giraldo, médica epidemióloga e investigadora de la Universidad CES, recomienda que los espacios físicos y todos los comportamientos y acciones que se desarrollen allí estén planificados y preparados para garantizar la mayor seguridad posible. Para ello, divide los protocolos a seguir en tres tipos: los ingenieriles, los de comportamiento y los individuales. Los primeros siendo los más fuertes y fundamentales y los últimos los más débiles y sensibles.

Los ingenieriles se refiere a las adecuaciones que debe tener la empresa y los empleadores en cuanto a infraestructura pues dice que un espacio adecuado soluciona en 90 % el problema. Recomienda lugares abiertos, con ventilación natural y corrientes de aire a través de puertas o ventanas, “pues es lo que más disminuye las posibilidades de transmisión por aerosoles que es el mecanismo principal de contagio que no hemos podido controlar”.

Si no hay puertas o ventanas, recomienda invertir en incorporarlas. Si no es posible, buscar dispositivos que purifiquen el aire o barreras y acrílicos entre cubículos. Lo que no se debe hacer es recurrir a ventiladores o aires acondicionados. “Estos crean corrientes que hacen que el aire contaminado recircule y se aloje en la cara o el teclado y demás superficies”, continúa.

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Los sistemas acondicionados solo funcionan si tienen recirculación externa y filtros adecuados y limpios, pero pocos lo hacen, por lo que terminan siendo contraproducentes “porque se ha visto que son reservorios de gérmenes entre los que está el Sars-CoV-2”.

Los segundos protocolos, los de comportamiento, se refieren a la manera de trabajar que deben garantizar los empleadores: flexibilización de jornadas y horarios, modelos híbridos y de alternancia, mejorar la señalética de los espacios comunes, incrementar los momentos de desinfección y limpieza y brindar a los empleados los materiales y elementos de seguridad.

“La norma indica que se debe garantizar la desinfección del puesto de forma frecuente y hay incluso empresas donde suena una campana a cierta hora y todos pausan actividades y comienzan la desinfección de su espacio de trabajo”.

La epidemióloga, entonces, dice que todo debe estar protocolizado con códigos de comportamiento para los diferentes momentos y lugares, como reuniones, pausas activas, cafeterías y demás. Finalmente, indica que las medidas individuales son las más difíciles de cumplir, ya que depende del comportamiento de muchos pero “el hecho de que sea individual no quiere decir que no atañe al empleador.

Son ellos los que deben hacer pedagogía, educar, sensibilizar y dar las pautas clave para que a la gente se le facilite seguir los protocolos. He visto empresas donde, incluso, para evitar los contagios en transporte público, ofrecen a los empleados este servicio y así han mejorado las cifras de contagios”.

El compromiso es, entonces, de todas las partes: la empresa debe hacer acompañamientos constantes al cumplimiento e inspección de las buenas prácticas, haciendo todo lo que sea necesario para que el retorno sea lo más seguro posible, y el empleado debe cuidarse dentro y fuera del espacio laboral para proteger su vida y la de todos sus colegas.

Al final, debería, aunque no siempre es posible, ser una decisión y no una obligación el retorno a la presencialidad y las empresas deberían estar listas para la flexibilidad y la empatía.

55 %
de los encuestados prefiere modalidades híbridas y flexibles para trabajar.

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