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El Coltejer antes tuvo seis caras: las otras propuestas que hubo para su construcción

Una de las obras más emblemáticas y polémicas de la ciudad cumple este mes 50 años. Pudo haber sido distinta.

  • El edificio Coltejer cambió de manera definitiva el carácter residencial del Centro. Lo volvió más corporativo y comercial. FOTOS MANUEL SALDARRIAGA Y CARLOS VELÁSQUEZ.
    El edificio Coltejer cambió de manera definitiva el carácter residencial del Centro. Lo volvió más corporativo y comercial. FOTOS MANUEL SALDARRIAGA Y CARLOS VELÁSQUEZ.
  • Maqueta del edificio Coltejer. Todas las fotografías de referencia fueron tomadas de las revistas Proa y Escala. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ.
    Maqueta del edificio Coltejer. Todas las fotografías de referencia fueron tomadas de las revistas Proa y Escala. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ.
  • Propuesta de Cuéllar Serrano Gómez. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
    Propuesta de Cuéllar Serrano Gómez. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
  • Propuesta de Rogelio Salmona, Carlos Julio Calle, Luis Eduardo Torres, Humberto Wills y Enrico Germanetti. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
    Propuesta de Rogelio Salmona, Carlos Julio Calle, Luis Eduardo Torres, Humberto Wills y Enrico Germanetti. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
  • Propuesta de Obregón Valenzuela. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
    Propuesta de Obregón Valenzuela. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
  • Propuesta de Suárez Ramírez y Arango; Rodrigo Arboleda y Asociados; Horacio Caminos y Waclan Salewki; y Laureano Forero. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
    Propuesta de Suárez Ramírez y Arango; Rodrigo Arboleda y Asociados; Horacio Caminos y Waclan Salewki; y Laureano Forero. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
  • Propuesta de Inar Construcciones, con la participación del arquitecto austriaco Federico Blodeck. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
    Propuesta de Inar Construcciones, con la participación del arquitecto austriaco Federico Blodeck. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
25 de septiembre de 2022
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Antes de ser construido, el edificio Coltejer tuvo seis formas distintas. En 1967, al menos 18 de los arquitectos más reconocidos de la época fueron convocados por la Compañía Colombiana de Tejidos (Coltejer) a un concurso privado. El objetivo: elegir el diseño del rascacielos que sería, no solo la nueva sede de la empresa, sino también el símbolo indiscutible del “progreso antioqueño”.

Los participantes tuvieron una libertad casi absoluta para elaborar sus propuestas. Entre los requisitos, reseñados brevemente por la revista Escala (1968), solo había información general en torno a las condiciones físicas del terreno y las únicas peticiones explícitas eran que la primera planta tuviera “flexibilidad” y que los pisos altos estuvieran destinados para las oficinas. De ahí que todas las propuestas compartan la idea de una plaza abierta, permeable, a ras de calle.

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La estructura fue el asunto más importante a evaluar, de ella dependía que la obra se mantuviera en pie y, ante todo, que fuera icónica.

Así, la modernidad era perseguida a tientas, pero con seguridad: las empresas buscaban tener sedes administrativas llamativas y sus dueños argumentaban que era necesario renovar la urbe. Los referentes eran las edificaciones que estaban siendo construidas a nivel internacional, sobre todo en Estados Unidos: “Las ciudades industriales tenían rascacielos, y bueno...”, comenta David Vélez, arquitecto y docente de la Universidad Pontificia Bolivariana, “con base en eso se construyó la mayor parte de la arquitectura en el país”.

Por encima del patrimonio

Para que el edificio Coltejer se irguiera en el Centro de la ciudad, se determinó que el Teatro Junín —valorado por su papel en la cultura y su belleza republicana— debía ser demolido. El hecho generó debate: se trataba del lote más importante de Medellín. A sus alrededores circulaban a diario miles de transeúntes, tantos que las casas residenciales eran cada vez menos para que, en sus lugares, aparecieran locales comerciales. Un estilo de vida industrial, productivo y consumista apremiaba.

Para la época había también una fuerte especulación sobre el suelo del sector, se compraba con el objetivo de sacar rentabilidad a futuro, de revender: el corazón de la ciudad se volvía más efervescente y se proyectaba en él una alta densidad poblacional. En respuesta a esto, y como no había normativas claras en torno a la construcción, edificios como el Coltejer y otros de la zona fueron diseñados con altura desproporcionada, aun cuando se trataba de calles y manzanas estrechas.

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En los años sesenta, los rascacielos brotaban de la tierra en todo el país. Perseguían la idea de progreso e ignoraban un pecado todavía imperdonable: con su llegada borraban del paisaje estructuras patrimoniales. Muchos, incluso, “dejaron de lado características básicas de su entorno y prefirieron centrarse sobre sí mismos, olvidando su pertenencia a una historia y a una cultura”, señala Beatriz García Moreno en su libro Arquitectura colombiana de la segunda mitad del siglo: entre la civilización y la cultura.

El fenómeno era nacional. Durante esa década fueron también construidos el edificio Coltabaco, el Edificio del Café, el edificio Avianca y el edificio Colpatria en Bogotá. Las grandes empresas locales buscaban mostrar su solidez a través de las fachadas.

Sobrio y simbólico

El jurado del concurso, compuesto por Pietro Belluschi (arquitecto italiano), Dicken Castro (arquitecto colombiano) y Alberto Vélez Escobar (ingeniero colombiano), determinó que el diseño de Raúl Fajardo, Germán Samper, Aníbal Saldarriaga y Jorge Manjarrés era el más “sobrio y simbólico”, asegurando además que su apariencia nunca pasaría de moda.

Los arquitectos se habían reunido en una finca en Llanogrande (Rionegro) a idear la propuesta. Tres días estuvieron discutiendo el proyecto que resultó ganador.

Del Coltejer actual, el docente Vélez rescata, más que la estética de la torre, el diálogo urbano que entabla: incluyó una salida hacia Junín y otra hacia Sucre, asegurando con destreza no obstaculizar el paso peatonal.

Maqueta del edificio Coltejer. Todas las fotografías de referencia fueron tomadas de las revistas Proa y Escala. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ.
Maqueta del edificio Coltejer. Todas las fotografías de referencia fueron tomadas de las revistas Proa y Escala. FOTOS CARLOS VELÁSQUEZ.

Cuatro años se tardaron en construir los 36 pisos que llegaron a marcar un punto de quiebre: el Centro dejó de ser un barrio residencial para convertirse, sin vuelta atrás, en una zona corporativa y comercial.

No fue sino hasta los años 80 que algunas edificaciones de allí (y de otros barrios como Prado) empezaron a ser declaradas bienes de interés patrimonial. Así se evitó una seguidilla de acciones vergonzosas como la ocurrida con el Teatro Junín y el Hotel Europa.

El turismo y el cine dejaron de ser, por un momento, sinónimos de progreso. Sobre las ruinas pervivió el Coltejer, un edificio de seis caras, pero con un único objetivo: ser la representación de un deseo que quería instaurarse entre los paisas, motivado sobre todo por los empresarios: estar a la vanguardia, encajar en la nueva idea de futuro, “avanzar”.

A continuación las cinco propuestas que participaron del concurso privado. Así también pudo haber lucido el edificio Coltejer:

Propuesta de Cuéllar Serrano Gómez. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
Propuesta de Cuéllar Serrano Gómez. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.

“Sencillo concepto”

Propuesta hecha por la firma de arquitectos bogotana: Cuéllar Serrano Gómez. Su intención, según la memoria descriptiva del proyecto, fue alcanzar un “sencillo concepto de centro”, a través del cual, pese a estar absolutamente integrado al exterior (con la plaza abierta), se lograra mantener la sensación de una vida “interior y propia”, donde además cada componente y detalle beneficia y complementa a los otros.

Propuesta de Rogelio Salmona, Carlos Julio Calle, Luis Eduardo Torres, Humberto Wills y Enrico Germanetti. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
Propuesta de Rogelio Salmona, Carlos Julio Calle, Luis Eduardo Torres, Humberto Wills y Enrico Germanetti. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.

Comercio, oficinas y vivienda

Proyecto presentado por los arquitectos Rogelio Salmona, Carlos Julio Calle, Luis Eduardo Torres, Humberto Wills y Enrico Germanetti. Como novedad, además de la torre de servicios y oficinas, fue propuesto un edificio adicional (sobre la calle Sucre) destinado para viviendas. El volumen cilíndrico contendría un teatro (propuesta común en todos los diseños debido, quizá, a la demolición del Teatro Junín) y un local comercial. Persiguió, como todos, no irrumpir el tránsito peatonal.

Propuesta de Obregón Valenzuela. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
Propuesta de Obregón Valenzuela. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.

Libertad y plaza a dos niveles

Propuesta elaborada por la firma de arquitectos Obregón Valenzuela. Para ella diseñaron una plaza en dos niveles: uno superior para darle soporte a la torre y uno inferior (subterráneo) para los almacenes. Buscaban lograr “espacios libres a nivel de la calle, ligados al peatón visualmente por su acceso fácil y directo”, se lee en la memoria descriptiva del proyecto. Esta estructura, contrario a la ganadora, se amplía a medida que aumenta en altura.

Propuesta de Suárez Ramírez y Arango; Rodrigo Arboleda y Asociados; Horacio Caminos y Waclan Salewki; y Laureano Forero. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
Propuesta de Suárez Ramírez y Arango; Rodrigo Arboleda y Asociados; Horacio Caminos y Waclan Salewki; y Laureano Forero. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.

Imponente, robusto y macizo

Proyecto realizado por la firma de arquitectos Suárez Ramírez y Arango; Rodrigo Arboleda y Asociados; Horacio Caminos y Waclan Salewki; y Laureano Forero. Siguió a cabalidad los requerimientos establecidos en la convocatoria. Apeló al tamaño y al volumen para ejercer influencia marcada en la vida de la zona. Así mismo, se empeñó en ser fácilmente penetrable por los transeúntes, de manera que estos tuvieran una visión completa del conjunto de negocios en la primera planta.

Propuesta de Inar Construcciones, con la participación del arquitecto austriaco Federico Blodeck. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.
Propuesta de Inar Construcciones, con la participación del arquitecto austriaco Federico Blodeck. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ.

Fornido y con volumen

Diseño presentado por Inar Construcciones, con la participación del arquitecto austriaco Federico Blodeck (encargado del edificio Fabricato, las oficinas de Suramericana y del Banco de Colombia). Este proyecto es similar al de Laureano Forero y compañía: igual disposición de las masas, altamente robustos y con contrastes volumétricos. Ambos buscaron generar rentabilidad comercial en la última planta o solar.

Laura Franco Salazar

Periodista convencida de la función social de su profesión, de la importancia del apoyo mutuo, la educación y el arte.

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