viernes
7 y 9
7 y 9
Bien dicen en los cursos teóricos de conducción que ponerse a los mandos de un vehículo es una actividad de alto riesgo. Este se puede convertir, más allá de un medio de transporte, en un arma mortal dependiendo del estado de ánimo y la actitud que tenga al volante. Una mala disposición deteriora la seguridad de todos en la vía.
“Hay personas para las que conducir se convierte en una actividad en la que desahogan sus presiones diarias. Gente que siente la adrenalina cuando maneja su auto, pero lo hace de forma agresiva buscando inconscientemente aliviar una pena, un estrés o una frustración. Nada menos recomendable pues se pone en riesgo a sí mismo y a los demás actores de la vía. Aunque suene raro, son muchos los accidentes causados por el mal humor y el egoísmo. Accidentes, de hecho, evitables si hubiera un mejor control de las emociones y no dejárselas a nuestras respuestas automáticas e impulsivas”, dice la sicóloga clínica Marcela Vélez.
Llega la temporada de vacaciones de mitad de año y son muchas las familias que se preparan para viajar por carretera. En las vías hay tramos en los que debe tenerse paciencia pues son zonas estrechas, que no permiten sobrepasos fácilmente o que están llenas de curvas. Este es un compendio de cuatro malas actitudes de los conductores que empeoran la situación.
Escena muy común en muchas carreteras del país. Un conductor que marcha más lento que el promedio, trata de ser rebasado por la fila que acumula tras de sí. En una actitud mezquina, ni se orilla ni permite que lo sobrepasen, acelerando de súbito para impedir la maniobra de quienes pretenden continuar su camino más rápido, haciendo que regresen al carril sin completar la operación.
Caso similar ocurre en ciudad o en dobles calzadas cuando se pretenden incorporarse a otro carril, eso sí, usando siempre las luces direccionales y mirando por el espejo retrovisor para no cometer actos temerarios. Sucede que el conductor que viene atrás, por ese carril que quiere usar, también acelera de súbito sabiendo que quiere ingresar, arruinando la intención. Actitud reprochable y que pone en peligro, incluso, su propia integridad. Todo, por una reacción territorial. “Hay personas que se sienten ofendidas cuando la adelantan en la vía, presentando patologías pasivo-agresivas. Este tipo de conductas deben manejarse con criterios prácticos, con meditación y autocontrol de las emociones. Hay que sobreponer el pensamiento de protección antes que el de reacción. Un manejo y control de la ira y el ego”, apunta la sicóloga Vélez.
Actitud repetitiva y constante en ciudad y carretera. El manejo de estas ayudas es imperativo y necesario al cambiar de carril, no importa si está en una calle o una carretera abierta. Hasta para ingresar a un garaje o dentro de un estacionamiento hay que usarlas. Las direccionales sirven para advertir a otros conductores y a los transeúntes que pretende modificar la trayectoria del vehículo, no utilizarlas por olvido, por pereza o por simple negligencia, puede causar un incidente grave.
“Es una de las actitudes en las que más hacemos énfasis dentro de las clases teóricas y prácticas, la del uso de las direccionales o intermitentes siempre que se vaya a hacer un giro o cambiar de vía. Trabajamos mucho también en su utilización en las glorietas para buscar la salida de ellas, pero claramente muchos conductores se relajan y escasamente las utilizan, llevándose sustos por no advertir lo que van a hacer y, claro, golpes cuando el otro conductor no alcanza a maniobrar para evitar la colisión, con lo fácil que era mover la palanquita”, sostiene Gerardo Díez, instructor en una academia de conducción.
Quienes se detienen en sitios no determinados para ello se están convirtiendo en un obstáculo para los demás y en un peligro hasta para ellos mismos. Hay zonas claramente delimitadas para acercar el auto cuando es necesario parar, bien sea para esperar a alguien, para llevar a cabo alguna reparación o por cualquier otro motivo.
“Hay quienes cambian una llanta justo donde detectaron el problema, sabiendo que una rueda sin aire puede rodar unos metros hasta una zona segura para su refacción. O en el peor de los casos, es preferible perder el caucho a poner en riesgo su vida y la de los demás por dejar el automóvil en la vía y bajarse a arreglarlo, es una conducta sumamente imprudente” acota el instructor Gerardo Díez