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Este coronavirus contagia con enseñanzas y risas

El doctor Harry Marín Vahos, especialista en medicina aeroespacial, recorre la ciudad con un coronavirus títere haciendo pedagogía sobre el virus y las vacunas. Esta es la historia.

  • Harry Marín Vahos idea la caracterización de los personajes mientras se desplaza entre los puestos de vacunación de Medellín. Está encargado de verificar que todo marche bien a nivel logístico y administrativo. FOTOS EDWIN BUSTAMANTE.
    Harry Marín Vahos idea la caracterización de los personajes mientras se desplaza entre los puestos de vacunación de Medellín. Está encargado de verificar que todo marche bien a nivel logístico y administrativo. FOTOS EDWIN BUSTAMANTE.
17 de agosto de 2021
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El Sars-CoV-2 tiene una voz dulce con atisbos de personalidad malvada. Está hecho de lana verde, tiene ojos encantadores y unos chucitos rojos que dan ganas de abrazar, hasta cuando, casi gritando, dice: “No se vacunen, por favor, no se vacunen”. Se lo dice a alguien que se encontró caminando en Medellín, suplicándole que si se vacuna, él no puede ser su amigo.

Este coronavirus títere viaja en la mano del doctor Harry Marín Vahos, aunque si lo ve en redes sociales, levita en solitario por los centros de vacunación o en algunos parques de la ciudad.

El agradable, pero perverso personaje, nació, como el real, al inicio de la pandemia. El objetivo de Marín era hacer pedagogía sobre el virus y las tres medidas básicas de cuidado: lavado de manos, tapabocas y distanciamiento físico. En medio de la desinformación encontró este camino, porque si “las das a manera de lista no funciona tan bien, pero si las explicás dentro de un cuento, es distinto...“.

El Sars-CoV-2 fue tejido en croché por él y luce lo más parecido posible al virus a nivel microscópico: tiene la membrana lipídica (lo verde), que lo protege, y la proteína spike (lo rojo), que le ayuda a entrar en contacto con la célula.

“La membrana que lo protege es su vulnerabilidad porque se puede deshacer con alcohol, cloro, radiación ultravioleta, agua y jabón, o sea con lo que podés lavar una olla más o menos (risas) para quitarle la grasa...”, explica el médico, que es especialista en medicina aeroespacial y practica la medicina narrativa.

Marín apunta que esta vincula herramientas narrativas para hacer, entre otras cosas, intervenciones en salud pública o terapias. “Busca ante todo la humanización de los servicios de salud. A partir de la narración de la experiencia humana entiende la enfermedad no como el centro sino como un capítulo más”.

El doctor, que tiene “vicios de cuentero”, según se describe, ha creado al bicho patógeno (el coronavirus), ya muy popular en redes sociales, y a otros personajes como don Aguacatardo o el dr Rubiano (ver Para saber más). Trabajos artísticos con los que hace pedagogía médica: une las artes y la ciencia.

El bicho patógeno

Para lograr lo que hace Marín hay que tener en cuenta toda la teoría literaria, el arte, el teatro, la proyección de la voz, y también la teoría de la inmunología, la microbiología y la clínica. Y lo más importante, ambas deben ser veraces.

Gracias a su especialidad como médico aeroespacial tenía muy claro desde hacía varios años lo referente a enfermedades emergentes y reemergentes, el papel, por ejemplo, de los viajes, los aviones y la dispersión de epidemias, y había referenciado lo ocurrido con virus como el Ébola o el Sars-CoV en 2011.

Entonces, en medio de la pandemia, se preguntó: “¿Cómo le explico esto de la manera más sencilla posible a todo el mundo como si fueran niños de 5 años? ¿Cómo hago para darle forma, voz y hacerlo tangible?” El coronavirus se vive como una guerra, dice, una amenaza mundial y todos en pie de lucha. “Y durante la guerra la primera cosa que muere es la verdad”.

Como municiones para hacer frente a la desinformación que comenzó a circular, especialmente a través de cadenas de WhatsApp, Marín ideó unas piezas audiovisuales cortas con las que buscó aclarar lo que empezaba a ocurrir a nivel global. El coronavirus títere habla directamente a la cámara, le canta o conversa con alguien más, hace preguntas y exhorta, desde la sátira, a creer en teorías conspirativas para poder propagarse con libertad. Y grita y hace show, y se entristece con los vacunados. Inicialmente el contenido estuvo dirigido a niños, “hay papás que me dicen, ‘los niños míos están pegados de tus videos, antes tenían muchas pesadillas y ya no’”. Hoy las piezas llegan a sensibilizar a públicos de distintas edades.

Desde la Subsecretaría de Salud de Medellín lo apoyaron en la hazaña, su jefa directa y las enfermeras le ayudaron a difundir el contenido. “Alguien posteó uno de mis videos en Twitter, entonces yo empecé a hacerlo (@marinvahos) y ya fue algo que me explotó en la cara, no me imaginaba que iba a ser tan grande”.

Tejer con las palabras

Él mismo se encarga de la caracterización de los personajes, les busca acento y personalidad, y si bien los títeres llegan a sus manos a través de distintos caminos, obsequios o compras, también los teje.

De los primeros que fabricó fueron los ratones del Laboratorio Marín Vahos. Quería montar El flautista de Hamelin para uno de sus espectáculos de cuentería (también toca la flauta). Al principio se los había comprado a una artesana e historiadora de la Universidad Nacional, pero ella “se fue a México a hacer la maestría entonces yo dije, ‘tengo que empezar a hacerlos (porque se los pedían regalados después de las funciones)’ y hoy en día ella es mi maestra en ese asunto. Con ellos he viajado por todo el mundo, son mi familia, además me escuchan atentamente (risas)”.

Hay además dos antecedentes familiares. Cuando era pequeño y estaba en San Vicente con la familia de su madre (su padre era santandereano) compartía tiempo con su abuela que tejía. “La actividad por las tardes era leerle a ella mientras hacía croché, por eso ese asunto de tejer palabras está muy metido en mí”. Y su tía Abigail Vahos le enseñó a coser en máquina, “eso estuvo ahí esperando el momento preciso, y ahora es cuando es”.

Un tejido pedagógico

Sus manos, su ingenio y sus conocimientos en medicina lo han llevado a tejer una red pedagógica, incluso con otros colegas médicos que aparecen en sus videos. Al principio de la emergencia sanitaria había quienes negaban la existencia del virus, hoy algunos, la eficacia de las vacunas. Por eso, y lejos de pensar en el futuro de la pandemia o de los títeres como tal, Marín está anclado en el presente. Con más de 4 millones de muertos a causa del Sars-CoV-2, su tarea continúa: “Ya tenemos la vacuna y me preocupo es por eso, por lograr que todo el mundo se vacune, eso es lo más importante”.

De ahí que bicho patógeno ande muy campante recorriendo la ciudad, buscando incautos que quieran ser sus amigos

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