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¿Va a ser necesaria una cuarta dosis contra el covid-19?

Un estudio hecho en Israel arrojó que su impacto en la inmunidad no sería muy significativo.

  • Hasta la fecha el Gobierno colombiano no contempla la compra de más vacunas contra covid. La decisión es evaluada periódicamente con asesoría de expertos. FOTO CAMILO SUÁREZ.
    Hasta la fecha el Gobierno colombiano no contempla la compra de más vacunas contra covid. La decisión es evaluada periódicamente con asesoría de expertos. FOTO CAMILO SUÁREZ.
08 de marzo de 2022
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Por Laura Franco Salazar

Israel fue el primer país del mundo en implementar la cuarta dosis de la vacuna contra covid-19, lo hace desde principios de enero. Actualmente pueden recibirla adultos mayores de 60 años, trabajadores de la salud y personas con sistemas inmunológicos débiles que hayan cumplido al menos cuatro meses desde la última.

Ya a mediados de febrero fueron publicados en medRxi (sitio web dispuesto para el almacenamiento de preprints inéditos), los resultados preliminares (aún no han sido revisados por pares) de un estudio de seguimiento que hicieron con quienes recibieron la inyección número cuatro, y quedó en evidencia que una dosis adicional de las vacunas de ARN mensajero (Moderna y Pfizer) motiva los mismos niveles de anticuerpos observados después de la tercera dosis, es decir, no genera un número superior, lo que se traduce en un impulso muy pequeño de la protección.

Chile, Suecia y Hungría también decidieron implementar una cuarta inyección. En Colombia, por ahora, de acuerdo con lo dicho a mediados de enero por Germán Escobar, viceministro de Salud Pública, en entrevista con EL COLOMBIANO, no está siendo considerada.

“La aplicación de ese refuerzo en el caso de Chile, por ejemplo, corresponde a que después de seis meses se va perdiendo el nivel de anticuerpos, pero no necesariamente la inmunidad”. Esto último es un punto muy importante para entender el debate de si sería necesaria o no.

Límites de inmunidad

Aunque los expertos coinciden en que las terceras dosis siguen siendo importantes, sobre todo entre quienes tienen factores de riesgo para desarrollar covid grave (mayores de 60 o con sistemas inmunológicos débiles), las cuartas dosis son tema de discusión.

De acuerdo con cómo trabaja el sistema inmune y con lo arrojado por el análisis israelí, los biológicos actuales de ARNm tienen un “techo de inmunidad”, lo que quiere decir que llegan a un límite en la generación de anticuerpos neutralizantes: son los mismos niveles luego de la tercera dosis que de la cuarta.

En palabras dichas para la revista Nature por la médica Gili Regev-Yochay, investigadora y coautora del estudio, podría determinarse que “las personas que son jóvenes, sanas y que no tienen factores de riesgo probablemente no se beneficiarán mucho de una cuarta inyección”.

Más que incrementar el número de dosis, lo ideal sería desarrollar nuevas vacunas o potenciar las actuales, señala John Mario González, inmunólogo y coordinador del Laboratorio de Ciencias Básicas Médicas de la Universidad de los Andes. En su opinión, la cuarta “es una decisión que debe tomarse con calma. Lo que habría que hacerse es desarrollar vacunas que amplíen la diversidad de la respuesta inmune”.

Para entender esto, recuerde que los biológicos actuales fueron elaborados a partir de la secuencia genética del virus de Wuhan (por decirlo de algún modo, están basados en la “primera variante” que dio origen a la pandemia) por lo cual, continúa el inmunólogo, no sería favorable “empujar y empujar” la inmunidad porque no hay garantía de que mejore significativamente ante las variantes actuales, sobre todo porque la respuesta inmune es específica.

“Por ejemplo, si yo me vacuno contra el virus H1N1, mi respuesta va a ser contra él y no contra H5N1”, dice y toma como ejemplo la necesidad que hay de renovar las vacunas de influenza: son elaboradas cada año con base en las tres variantes más comunes del año anterior (es un virus respiratorio que muta fácilmente como el SARS-CoV-2).

Más que anticuerpos

Recibir varias veces una misma vacuna puede incluso tener un efecto contrario al deseado. En ensayos in vitro (en laboratorio), cuenta González, se ha visto que después de 10 o 12 dosis de una vacuna exactamente igual los anticuerpos pierden la capacidad de reconocimiento del antígeno (la parte de la vacuna que motiva la respuesta inmune), “es como si los anticuerpos terminaran diciendo ¿y yo para qué es que estoy?”. Pierden completamente su especificidad.

Ahora bien, y pese a su importancia, desde hace varios meses los expertos vienen explicando que la inmunidad es mucho más compleja que la sola generación de anticuerpos.

Cuando usted entra en contacto con un patógeno (virus, bacterias, hongos), su sistema inmune genera una respuesta que se da en doble vía: a nivel humoral (con anticuerpos) y a nivel celular (con linfocitos). Así, se crean células T o citotóxicas (que erradican a las células infectadas) y células B o de memoria (que son las que producen anticuerpos en próximas ocasiones).

María Fernanda Gutiérrez, viróloga de la Pontificia Universidad Javeriana, señala que “en realidad los anticuerpos son el último eslabón de la historia. Con los virus es muy importante, sobre todo, que se activen los linfocitos T citotóxicos, que son los que lo destruyen”. De hecho, dice, es natural que los anticuerpos disminuyan, no hay razón para que se queden activos de forma permanente.

Aún así, y aunque esto es una certeza, continúa la viróloga, por ahora no puede afirmarse mucho en torno a cómo está funcionando la inmunidad generada por las vacunas o incluso por la infección natural. “Por ahora solo podríamos decir que no es lo suficientemente fuerte ni que dura mucho”, y aunque enfatiza en que son hipótesis, añade que, según los reportes de distintos investigadores, la inmunidad híbrida, es decir, la generada por la vacuna y la infección natural (que una persona haya pasado por ambas situaciones) sería la más efectiva aunque no recomendable por los riesgos que pueden correrse al enfermar.

“De todas formas hablar de tiempos y límites de la inmunidad sigue siendo muy complejo”.

¿Qué queda por hacer?

Por lo pronto, los profesionales recomiendan que la cuarta dosis sea aplicada solo en casos con indicaciones precisas. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos y el National Health Service de Reino Unido la aconsejan solo en grupos inmuno comprometidos de moderados o graves, explica Carlos Enrique Trillos, médico epidemiólogo y docente de la Universidad del Rosario. “Se trataría, por ejemplo, de personas transplantadas, en tratamiento para algunos tipos de cáncer o que estén tomando medicamentos como corticoides en altas dosis”.

Para él, lo importante a partir de ahora es continuar haciendo seguimiento de las personas vacunadas (con dos, tres y cuatro dosis) con el objetivo de que en un futuro pueda definirse con precisión la necesidad o no de aplicar más refuerzos, pero procediendo de una forma similar a como se hace con la influenza.

En ese mismo sentido, para la Organización Mundial de la Salud, según un comunicado difundido en enero de este año, no sería ni apropiada ni sostenible una estrategia de vacunación basada en dosis de refuerzo con la composición de la vacuna original.

Los expertos de esta institución aseguran que debe apuntarse al desarrollo de nuevos biológicos que tengan como base las características de las nuevas variantes circulares, con miras además a que con una o dos inyecciones se logre una protección que reduzca no solo la posibilidad de enfermedad grave y la muerte, sino también que ayude a reducir la transmisión comunitaria y la necesidad de medidas sociales y de salud pública estrictas, acercándose más a la efectividad que tienen biológicos como los recibidos en la niñez para la prevención de poliomielitis, varicela, hepatitis, entre otros.

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