<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

¡La ciencia no se rinde! Una enfermedad como el cáncer tiene nuevos focos de esperanza

Hoy es el Día Mundial de la Lucha Contra el Cáncer. Hallazgos recientes abren caminos.

  • La biología molecular, que estudia, entre otras cosas, los genes, puede llevar al descubrimiento de información relevante para entender el cáncer. FOTO SSTOCK.
    La biología molecular, que estudia, entre otras cosas, los genes, puede llevar al descubrimiento de información relevante para entender el cáncer. FOTO SSTOCK.
04 de febrero de 2022
bookmark

Un dinosaurio camina con dificultad entre árboles y arbustos hace más de 75 millones de años. Tiene las extremidades robustas, seis metros de largo y un cuerno sobre la nariz. Casi no puede andar, si alguien lo viera diría que siente dolor. Se trata de un Centrosaurus apertus con una enfermedad terminal: cáncer de huesos en estado avanzado. Su padecimiento lo sustenta una investigación publicada en The Lancet Oncology a mediados del año pasado.

El cáncer, que puede ser tan antigüo como la vida misma en la Tierra —incluso más que los dinosaurios—, sigue suscitando cientos de preguntas entre los especialistas. Muchas de sus respuestas y explicaciones siguen siendo un misterio. Sin embargo, los avances no se detienen.

En enero de este año el biofísico Douglas Hanahan publicó la tercera actualización de sus estudios en torno a las características fundamentales del cáncer (Hallmarks of Cancer), un hecho celebrado por los científicos porque incluye, entre otras cosas, referencias al microbioma (las bacterias, hongos y protozoos que viven en perfecta armonía en su cuerpo) y a la reprogramación epigenética (que parte de la biología molecular y encuentra explicaciones a muy pequeña escala, en el ADN).

“Con esto vamos entendiendo algunos detalles más profundos, no habíamos llegado a tal punto antes”, dimensiona Gloria Inés Sánchez Vásquez, PhD en Microbiología Molecular e Inmunología, docente de la Facultad de Medicina de la UdeA.

Un punto de partida

Antes de los primeros descubrimientos hechos por Hanahan y su coequipero Robert Weinberg en 2000 (los segundos fueron en 2011 y los terceros ahora en 2022), las certezas en torno al cáncer eran simples: una mutación genética (es decir, un cambio en el ADN) provoca el crecimiento descontrolado de ciertas células, lo que da paso a un tumor.

Bajo esta concepción fueron desarrolladas terapias que inducen la muerte de las células (en las que se basa, por ejemplo, la quimioterapia). No obstante, Hanahan defendía que la enfermedad tenía raíces más complejas y por eso con él las explicaciones en torno al cáncer adquirieron mayor dimensión y profundidad.

En un inicio demostró que las mutaciones no eran lo único que intervenía en el crecimiento descontrolado de las células, también tenía que ver una incapacidad de ellas para morir y fallas en el accionar del sistema inmune.

En ese sentido, relata Susana Fiorentino, inmunóloga y oncóloga, docente de la Pontificia Universidad Javeriana, se abrió la posibilidad de desarrollar otros tipos de tratamientos como la inmunoterapia y los anticuerpos monoclonales (proteínas artificiales que actúan como anticuerpos). “Esto ha tenido un impacto enorme en la sobrevida de los pacientes con cáncer, el problema es que sigue siendo muy costoso”, comenta.

Finalmente, dentro de la corriente más moderna de estudio se enmarcan los descubrimientos recientes del científico (ver recuadros), que tienen que ver, entre otras cosas, con cómo la célula tumoral se relaciona con su entorno (con el sitio en el que está), lo que permite como tratamiento “ya no tener que matar la célula, sino más bien recuperar su microentorno”.

Así mismo, señala Sánchez, las nuevas hallmarks abren puertas para la quimioprevención, es decir, para el uso de medicamentos que reduzcan la probabilidad de sufrir la enfermedad, sobre todo en personas de alto riesgo.

“Estamos lejos todavía, pero hacia allá vamos. Cada que Hanahan hace una revisión, da más fuerza a los hallazgos. Reúne la evidencia y nutre de más detalles los ‘pasos previos’ a esa proliferación (división o reproducción) celular descontrolada que puede terminar en cáncer”.

Para entender los descubrimientos o nuevas hallmarks

Dejarse modificar
(O desbloqueo de la plasticidad fenotípica). Las células tienen un fenotipo o unas características (morfológicas, bioquímicas, genéticas, etc) consideradas normales: cuando están sanas lucen y se comportan de una manera esperada, manteniendo un patrón. Si este patrón es desbloqueado, las células adquieren plasticidad (se dejan moldear) y ocurren cambios no compatibles con su fenotipo. Esto no necesariamente se traduce en cáncer, explica la docente Sánchez, pero sí puede inducir a un estado proliferativo (de división o reproducción) no necesario. Ocurre usualmente por la exposición a agentes cancerígenos como algunos tipos de virus (papilomavirus humanos, hepatitis C), humo de cigarrillo, estrógenos por largos periodos de tiempo, entre otros. Las células se descontrolan.

¿Cambios en el adn?
(O reprogramación epigenética no mutacional). Los genes codifican a las proteínas, es decir, contienen la información para que se expresen. Quizá lo entienda mejor si piensa en las vacunas de ARN mensajero contra el SARS-CoV-2: la información genética ingresa a las células de la persona vacunada y motiva la expresión de la proteína spike. Así ocurre para el desarrollo de otras funciones en el organismo, por ejemplo, la producción de enzimas que descomponen los alimentos. Si los genes sufren mutaciones, las proteínas cambian, pero ¡vaya sorpresa!, es posible que las proteínas cambien sin que los genes hayan sufrido modificaciones. Esto se debe a cambios químicos o epigenéticos en el ADN (se agregan átomos de hidrógeno y carbono), que igual rompen con el patrón celular normal.

Bien atendidos
(Microbiomas polimórficos). En los organismo conviven distintos tipos de microorganismos (bacterias, hongos, protozoos) que conforman la microbiota. No le hacen daño, al contrario, lo cuidan y lo protegen de los que sí son peligrosos. Son diferentes en cada persona porque su conformación depende de distintos factores (desde si nació por cesárea o parto natural, hasta lo que come a diario). Entre usted y ella hay también un patrón compatible con la vida, si este se altera por factores externos como el uso de antibióticos, puede cambiar la composición. Como estos microorganismos tienen participación en las funciones metabólicas de las células y se relacionan con el mantenimiento de la salud (un peso saludable, por ejemplo) pueden estar vinculados a factores de riesgo para el desarrollo de cáncer.

La vejez, una amiga
(Senescencia celular). Imagine que es un bebé. Cada día sus órganos crecen un poco gracias, entre muchas cosas, a la proliferación (o división) de sus células: una da lugar a dos y esas dos a cuatro y así sucesivamente hasta que sus órganos alcanzan un tamaño adecuado. Con el envejecimiento la proliferación celular es más controlada hasta que las células dejan de dividirse, pero no mueren. En este proceso natural, conocido como la senescencia: se induce una detención permanente del crecimiento de manera estable. “Es un mecanismo central en la capacidad del organismo de inhibir el cáncer, sino la enfermedad sería mucho más frecuente”, señala Sánchez. Sin embargo, diferentes estímulos ambientales o genéticos pueden interferir con la senescencia y activar la aparición del cáncer o hacerlo resistente a los tratamientos.

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD