Si puede hablarse de certezas en los tiempos que corren, los docentes tienen una en común: ninguno estaba preparado para trasladar sus clases a la virtualidad.
“Soy maestra de primaria y al inicio me costó mucho usar las plataformas digitales, pero más allá de la tecnología mi mayor inquietud era pensar en el proceso de acercamiento afectivo con los alumnos”, expresa Celmery García Giraldo, docente de la Institución Villas del Sol en el municipio de Bello.
Los colegios empezaron con la estrategia de encuentros sincrónicos que son las clases virtuales en vivo y la comunicación asincrónica, aquella que se establece por otros medios que no requieren una conexión inmediata con el profesor y el resto de la clase.
“Aunque esto nos facilitó el trabajo, el problema está en las dificultades de conectividad de los niños y en su entorno. Esto me hizo replantear otras estrategias: habilité mi línea de WhatsApp para ayudarlos y el correo electrónico; además hicimos unas guías especiales de aprendizaje que invitan a los padres de familia a involucrarse con el proceso de sus hijos”, afirma García.
Otro de sus desafíos es el trabajo con niños con condiciones especiales. “Tengo alumnos diagnosticados con autismo, Tdah, entre otros. Ellos necesitan socializar para desarrollar sus habilidades y temo que lo que habían ganado en la escuela se pierda”.
Camilo Rueda Giraldo, profesor del Colegio Hontanares, asegura que el mayor desafío ha sido desde la parte metodológica y el vínculo emocional de sus alumnos con estos nuevos espacios de aprendizaje. “Antes podía charlar con los chicos, jugar fútbol en el descanso, saber qué situación atravesaban y así generaba un vínculo con ellos. Ahora hay que hacerlo desde la virtualidad”.
Para Camilo Rueda una gran eseñanza fue reconocer que los profesores “no somos un producto terminado y que siempre se debe estar abierto a lo nuevo, no solo desde la tecnología y los recursos, sino desde la forma en que se le llega a los jóvenes y adolescentes”.
Para Eliana Toro Vásquez, rectora de la Institución Educativa Vallejuelos, el mayor desafío fue repensar el modelo de escuela para responder a los retos que enfrenta una comunidad vulnerable y carente de recursos. Entonces crearon la estrategia “123: de lo presencial a la virtualidad, o a la realidad”. Esta iniciativa mantiene el vínculo entre las familias y la escuela para evitar la deserción escolar.
Celmery, Camilo y Eliana coinciden en que la mayor enseñanza es el valor que recobra la escuela como un sitio de socialización con sentido y, sobre todo, reconocer el papel del maestro como formador de seres íntegros. “La tecnología es una herramienta más, pero el verdadero rol del educador es vincular amorosamente a los niños y sus familias con el conocimiento”, expresa Celmery García