M iguel Ángel Betancur muestra sus treinta y cuatro mujeres en Jericó durante más de un mes.
Es la exposición de esculturas y relieves en arcilla, con figuras femeninas.
De esas 34, 25 son esculturas y 9, relieves, modelados en terracota, buscando la figura estilizada y, las más de ellas, con un delicado y transparente drapeado, es decir, esa tela que usaban las muje res griegas, no para ocultar la anatomía, sino para protegerla.
“Estos drapeados que les agrego a las obras, en la misma arcilla y en el momento del modelado, quieren dar la impresión de que son prendas húmedas, ceñidas a la piel de las mujeres”, dice el artista.
Miguel Ángel considera que la arcilla es como el carboncillo del escultor. Es decir: así como los pintores hacen sus bocetos o dibujos originales en carboncillo sobre papel, los escultores realizan sus pruebas en barro.
De modo que al escogerlo como el material definitivo no deja de ser una exaltación de este. El escultor que prefiere materiales rudos —piedra, concreto, barro— tiene su taller en Envigado. Allí mantiene depósitos de barro y mesas giratorias donde modela las esculturas.
Las herramientas, en este caso, las espátulas, son en su mayor parte fabricadas por él con hojas de acero pulidas y afiladas, y alambres retorcidos. Una de ellas lo ha acompañado por más de treinta años. La llama “la ucraniana”, porque conoció esculturas de grandísimo formato en ese país de la antigua Unión Soviética y con la suya ha realizado obras grandes.