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¿Qué pasa si los países ricos no donan dinero para el clima?
Uno de los compromisos del Acuerdo de París discutido en la COP26 es este aporte de los países, pero no es una obligación.
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Alemania, Noruega y Reino Unido anunciaron el domingo que donarán a Colombia 33,5 millones de dólares para reforzar su política de Estado contra la deforestación. FOTO Getty
04 de noviembre de 2021
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España destinará 1.350 millones de euros cada año desde 2025 al Fondo Verde del Clima y Japón prometió 10.000 millones de dólares por cinco años para la transición energética de Asia. La Unión Europea contribuirá con 1.160 millones de dólares para el plan global contra la deforestación y Rusia destinará 2 % de su PIB para reducir las emisiones de CO2. Todo esto lo anunciaron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2021, 26° Conferencia de las Partes, o COP26.
Eso es mucha plata, que en su mayoría se destina a los países en vía de desarrollo, y muchas promesas a las que hay que ponerles la lupa porque podría no ser usada para los fines propuestos (no hay una regulación y hay mucha corrupción), o porque su ausencia podría ser una excusa o impedimento para que quienes reciben el dinero no cumplan sus metas.
India, por ejemplo, es uno de los más poblados y contaminantes, pero ayer, durante las negociaciones sobre Finanzas en la COP26, su primer ministro Narendra Modi advirtió que tendrán que retrasar 20 años, al menos hasta 2070, su objetivo de neutralidad de carbono porque está “trabajando en sacar a millones de personas de la pobreza”.
Los más ricos
Hay una relación de compromisos, culpas y responsabilidades. Los países más ricos lo son porque, por décadas, se han aprovechado de un modelo de desarrollo basado en la extracción y de la generación de huella de carbono, por lo que son también los más contaminantes. Al tener ventaja económica, como explica José Roberto Acosta, abogado y economista profesor de la Universidad del Rosario, deben crear un equilibrio con los que están detrás.
Los más pobres, en “vía de desarrollo”, tienen menos capacidades y recursos para hacer un tránsito hacia las economías de bajas emisiones y son más vulnerables ante las consecuencias del cambio climático, por lo que deberían ser responsabilidad de los ricos, agrega María Alejandra González, coordinadora de Ética y Responsabilidad Empresarial de la Universidad Eafit. Este es un compromiso acogido desde el Acuerdo de París, pero ni es vinculante ni está regulado. Ahí está el problema.
Y esa platica, ¿qué?
Ningún país está obligado a cumplir esos compromisos, son voluntarios, por lo que pocos (casi nadie) los cumple. Solo Estados Unidos (el segundo mayor contaminante, superado por China) tiene el mayor déficit de financiación (es el que menos da plata).
No tener dinero puede ser utilizado por los más pobres como excusa (¿o razón?) para no cumplir las metas verdes, aunque según González, esto no resulta tan negativo para la crisis global porque estos países no suelen ser los mayores emisores de gases de efecto invernadero. Colombia, por ejemplo, solo emite 0,6 % del total, mientras que China 14,1 %.
Aunque para Acosta es una excusa injustificada porque por ejemplo en este país, Colombia, sí hay dinero, solo que mal invertido. “Decir que no hay dinero es cinismo, porque para defensa y para el Esmad sí hay, pero para evitar la tala de árboles dicen que no”.
Y a propósito, Alemania, Noruega y Reino Unido anunciaron una donación para Colombia por 33,5 millones de dólares para combatir la deforestación, pero ahí viene el otro reto: garantizar que ese dinero se invierta en lo que debe ser invertido, pero no hay una hoja de ruta clara para hacerlo. (Ver recuadro).
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