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Una ducha de agua caliente y jabón espumoso propende el ambiente ideal para la creatividad. También puede tener más ideas cuando, de forma inconsciente, casi automática, le da la orden a su cerebro para que mueva sus piernas y lo haga caminar, o cuando maneja su carro, distraído y calculando automáticamente la fuerza con la que pisa el pedal; o cuando está a punto de dormir. La creatividad tiene ciencia, tiene una razón de ser.
Nada de esto es coincidencia. Scott Barry Kaufman, investigador cognitivo estadounidense, realizó un estudio en el que encontró que 72 % de las personas testeadas reportó que obtienen inspiración o ideas creativas durante la ducha.
Puede deberse a varios factores, unos relacionados con su cerebro, otros con su condición social y otros con sus experiencias, pero la explicación para estos momentos de creatividad e ideas mayores pueden resumirse en tres: tener un ambiente relajante y sin distracciones, estar haciendo actividades que liberen dopamina o realizar movimientos o actividades repetitivas, automáticas.
Pero para entender por qué hay momentos de mayor creatividad, primero hay que entender qué es, precisamente, esa creatividad y la generación de ideas.
¿Qué es la creatividad?
Hace parte del desarrollo y de la transformación humana y, de acuerdo con Luz Marina Vélez Jimenez, antropóloga, especialista en ética y magíster en filosofía que lidera el Laboratorio de Intervención Creativa de la Colegiatura, es un acontecimiento, una inspiración externa de una expresión interna. “Es potencia y competencia; fuerza innata del ser humano. Pero también un conector histórico cultural, porque la cultura es la máxima expresión de la creatividad en términos de lo material y lo simbólico”. Es un discurso, un producto estético, un compromiso ético, y, sobre todo, es el origen de la innovación, de la creación, de lo creado.
Para John Fredy Castro, líder del Grupo de Neurociencias y Envejecimiento de la Corporación Universitaria Remington, la creatividad como concepto es difícil de definir porque parte de la capacidad de generar ideas, que es innata al cerebro y que permite resolver problemas; pero es una capacidad diferente para cada individuo, que puede depender de otros factores. “Es la posibilidad de pensar y generar respuestas a los retos que van saliendo cada día”.
Entonces, si se trata de generar ideas, ¿qué es una idea? Es la elaboración del pensamiento en la que participan la condición y el razonamiento, explica Vélez, y no toda idea es lógica y tendrá siempre que ver con la historia personal de cada sujeto.
Si depende de cada persona, ¿hay unos más creativos que otros? Castro explica que la capacidad de serlo es, en sí, igual en todos, solo que tal como todos tienen músculos, no todos los ejercitan o pueden hacerlo. “La capacidad de pensar como tal está, pero no todos tenemos ambientes retadores, cambiantes, que permitan nuevas ideas, nuevas conexiones cerebrales que se van complejizando con la edad”. Cuando no se activan esas conexiones, dice, no se genera unión, ideas... diferente a cuando una persona tiene muchas experiencias, viaja, convive en un ambiente retador, tiene un trabajo que lo estimula, una vida de situaciones por resolver. La creatividad, añade, no es más que “tomar cosas que ya se han visto y darle miradas diferentes”.
Sumando a esto, Vélez reconoce que una persona que no sabe leer elabora ideas de manera distinta a una persona letrada, ya que aunque unas ideas surgen de forma espontánea a partir de estímulos, otras lo hacen por asociación o por mecanismos cognitivos como la comparación, el descarte, el análisis o la imaginación. Por eso, “la constitución genética, el nivel cognitivo y emocional alcanzado durante las etapas de desarrollo, el contexto cultural, el proceso de aprendizaje y la estimulación, influirán”.
Y es posible limitar, reducir la creatividad, explica Ana Lucía Miranda Angulo, médica, magíster en genética, doctora en neurociencias y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. Los momentos de estrés, el bloqueo mental, la preocupación por el futuro o la tristeza por el pasado, mantienen constantemente al cerebro en un discurso que no permite el silencio, el conectarse con lo desconocido.
Es también cierto que hay momentos que permiten que todos estos procesos se den con más frecuencia, o intensidad, o que al menos usted los reconozca más. Le explicamos por qué.
No más estrés
Kaufman, que además es coautor del libro “Wired to create”, destacó para BBC Mundo la importancia de estar relajado, en ambientes tranquilos, para poder ser creativo. Por eso le surgen las ideas en medio de una ducha caliente, un masaje o cuando está por dormir. Dice que un ambiente solitario, relajante, sin prejuicios, como lo es ese baño privado, puede ser clave para la creatividad al permitir que la mente divague libremente, haciendo que las personas estén más abiertas a su corriente interna de conciencia y sueños”. Sirve también alejar la mente de las distracciones externas, “alejarse de la estimulación sensorial ausente del mundo exterior para ponerse en contacto con el interior, con tus pensamientos. La creatividad se encuentra en ese espacio entre el mundo interior y el exterior”, añade el autor. Se trata de apagar unos sentidos y encender otros: cerrar los ojos pero sentir el calor del agua en su piel, o no escuchar nada pero oler el aroma del champú. Es alejarse del estrés: el estrés del trabajo, de competir, de querer ser exitoso, de buscar alimento o dinero para sobrevivir... buscar la tranquilidad, en la medida en que le sea posible, porque si la mente está tranquila es más fácil interiorizar las ideas, crear esas conexiones. Vélez concuerda: se trata de aquietarse, pensar alternativamente, con fluidez, tener una mente abierta que permita otras perspectivas.
Dopamina y distracción
La dopamina es un neurotransmisor o mensajero químico del cerebro que permite que las neuronas se comuniquen entre ellas, explica la Clínica Hospital San Fernando. Se ha considerado en varias ocasiones como la hormona del placer porque causa sensaciones placenteras, como la relajación, y es importante para funciones como ser competitivo, tener defensa y reacción ante algún peligro o mejorar el estado de ánimo. En exceso o deficiencia puede ser peligrosa y generar enfermedades. Hay actividades que liberan dopamina, como tomar esa ducha caliente, que lo relajan, lo distraen, lo hacen sentir bien. También ocurre cuando escucha música, baila, canta, se ducha, cuando hace su actividad favorita o se ejercita. La creatividad variará, entonces, dependiendo de la cantidad de dopamina. Pero la dopamina no actúa por sí sola, no depende solo de ella. Hay otros factores que influyen, como la distracción: esa capacidad de descansar, de desconectarse de una fijación que no sirve, en el momento, para nada, como pensar mucho en un problema sin solución. Por eso, dice Castro, cuando no encuentra respuesta a una tarea que está realizando, funciona que cambie de actividad, ponga a su cerebro a hacer algo diferente, como analizar los colores, ver otros objetos, mover el cuerpo, para que se activen zonas del cerebro diferentes a las que está utilizando inicialmente. Así, sirve caminar, dar un paseo, tomar un café, hacer ejercicio, lavar los platos, organizar un cajón.
Funcionar en automático
Ya se ha dicho que distraerse, hacer algo nuevo, cambiar de perspectiva, funciona. Pero también hay más alternativas. Hacer actividades repetitivas, que no requieren mayor uso
de recursos cognitivos, que distrae a la mente de problemas mayores, también activa la creatividad. Lavar los platos, cepillarse los dientes, atar unos cordones, subir escaleras, doblar ropa, son actividades que se hacen casi de forma automática, sin darse cuenta. Esto lo confirma R. Keith Sawyer, psicólogo de la Universidad de Carolina, en su libro Explaining Creativity The Science of Human Innovation.Castro lo define como Red Neuronal por Defecto, que es como una configuración inicial a la que siempre se puede volver, y que se activa cuando el cuerpo está en reposo. “Se activa cuando caminamos, dormimos, miramos el mar, y son momentos donde podemos reflexionar, estructurar pensamientos, generar predicciones del futuro”. Es una oportunidad para organizar ideas al desenfocarse en el mismo problema que agobia.
Periodista de la UPB. Amante de las historias y de las culturas. Estoy aprendiendo a escuchar y a escribir.